jueves, 21 de abril de 2011

El Corocoro de las alas doradas




En las tierras lejanas del estado falcón habitan los bellísimos Corocoro vestidos con sus grandes galas de color rojo escarlata. Estas aves habitan en grandes ciénagas de nuestro querido país. Conviven en grandes grupos cuidándose unos a los otros ante los grandes peligros de la Ciénaga. Pero existía un Corocoro en particular. Tenía alas rosadas de color pastel con franjas doradas. Era el más solitario de la ciénaga. Los demás Corocoro le decían:
-No te alejes tanto de nosotros, las babas al atardecer te pueden comer, pero él ignoraba totalmente sus consejos.

Estos singulares animales se alimentaban de los crustáceos de la ciénaga. Y en la época de lluvia nunca les faltaba comida. Y nuestro amigo, el Corocoro dorado nunca le faltaba comida a pesar de que se mantenía cerca de los manglares. Sus compañeros nunca lo abandonaban. Sentían pesar y preocupación por el, porque en momentos de peligro tendrían que emigrar en grandes bandadas hacia otros territorios.

En una época hubo una gran sequía, y las aguas habían bajado notoriamente de su cauce. Ya no había cangrejos y pequeños insectos de que alimentarse. Las babas, y grandes caimanes empezaron a tener mucha hambre, y cuando llegaba la noche se disponían a cazar para saciar su necesidad de alimento. Un buen día la más grande de las babas le comento a su manada:
-Ese Corocoro de alas doradas sería un buen alimento,siempre esta solo durante la noche bajo la sombra de los manglares dijo relamiendose.



-Tenemos que irnos antes del atardecer. Cerca de la costa de Chichiriviche hay una bellísisima Ciénaga. No nos faltara alimento. Uno de Uds. tiene que convencer a nuestro amigo para emigrar con nosotros. Su terquedad será su propio destrucción- dijo el Corocoro mas viejo de la ciénaga.
-No te preocupes, yo me quedaré hasta que vuele el último de Uds_dijo el más joven de ellos.
La garza le dijo al Corocoro dorado que iban a emigrar ese día, y que lo acompañaría.
-Yo, quiero quedarme en estos manglares. Ya estoy un poco viejo para volar- respondió.
Casi al final de la tarde, la bandada de Corocoro empezó a extender su vuelo.
-Vente con nosotros, si te quedas vas a buscar la muerte- le dijo la joven ave.

Ya las babas empezaron a impacientarse, y estaban dispuestos a tener un buen banquete con las dos aves. Cuando el Corocoro dorado vio que el ultima ave emprendió el vuelo se dijo a si mismo. No puedo dejar que la imprudencia acabe con mi vida. Así que, emprendió con grandes esfuerzos escoltado por su amigo. Atravesaron grandes montañas hasta llegar cerca de la costa de Chichiriviche, y allí lo vieron. Una bella ciénaga rodeada de grandes manglares.
En la distancia venía el Corocoro dorado con la solidaria ave que se empeño en esperarlo. Al llegar a la Ciénaga con un cansancio sin límites se comió dos grandes cangrejos que compartió con su joven amigo. Fue en ese momento que se dio cuenta que es importante compartir en grupo porque de esta manera funcionan las mejores sociedades. Y, así fue que dejo de ser una Corocoro solitario ya que habia aprendido de su joven amigo que el espiritu solidario ayuda a combatir grandes dificultades.

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