sábado, 9 de abril de 2011

Un Dragón de buen corazón


Cuentan que en la lejana Inglaterra, en lo más profundo del bosque cerca de un poderoso reino habitaba un fiero dragón. Pero no era un dragón cualquiera. Era un dragón de buen corazón. Tenía sentimientos tan nobles como de cualquier ser humano, era solidario, y afectuoso como ninguno. Pero por su tamaño y fiereza aparente nadie osaba acercársele. Hasta los animales mas pequeños le tenían miedo, y ninguno se acercaba a su cueva hacerle compañía. Sin nombrar a los pobladores que Vivian cerca del reino, que inventaban historias de que el pobre animal venía todas las noches a comerse a sus gallinas y a todos sus ovejas. Lo mas cumbre era que la pobre bestia era vegetariana, y no salía muy lejos de su cueva. Pero lo que más le indignaba y lo hacía perder la razón eran esos extraños seres que venían al bosque en sus grandes caballos vestidos con una vestimenta de acero y con armas afiladas. Venían al bosque a cazar animales y, a veces se enorgullecían de la cantidad que cazaban, no para comerlos, sino para exhibirlos en las paredes de sus castillos y hogares. Y si se acercaban mucho a sus territorios e intentaban molestarlo, les escupía todo el fuego que le permitía todo su ser. Y esto hizo que los caballeros armados no se acercaran mucho a la cueva ni al bosque por un tiempo.

Sin embargo nuestro amigo el dragón se sentía muy solo. Así que decidió salir de su territorio y volar hacia otros rumbos. Atravesó todo el gran bosque oscuro hasta llegar a un riachuelo de gran caudal. Nunca había comido carne, pero tenia mucha hambre, y vio de repente en el río algo que se deslizaba. Se zambullo, y de un bocado agarro varios peces. Le parecieron tan ricos, que cambio su dieta alimenticia. No muy lejos sintió voces. Era un pequeño poblado en donde habitaban muchas familias.
Seguro me querrán hacer daño, porque todos esos seres no son de fiar. Pensaba para si mismo. Un día vio uno de esos seres de menor tamaño. No iba armado, es mas jugaba con algo que rodaba. Venia todas las tardes. Un día se aventuro a salir de su escondite. Y el niño lo vio con sorpresa y con más miedo que susto. Pero el pequeño apenas contaba 6 años. Y en esas edades no tienen mucha malicia. Así que inocentemente le tiro la pelota al dragón, y así poco a poco se hicieron buenos amigos. Este le hablaba en un extraño lenguaje, pero poco a poco fue entendiéndolo y aprendió esa extraña manera de hablar de los humanos. Aunque no lo crean, los dragones son muy inteligentes, y en tiempos antiguos se decía que el divino creador de los dragones le dio la facultad de comunicarse, pero estas pobres bestias sufrían mucho del desprecio de los otros seres así que no se dignaban a comunicarse con nadie.

Entonces todos los días Pedro iba a jugar con su amigo, y conversaba con él y le hablaba acerca de su aldea. Y así la vida de nuestro amigo se hizo más feliz. Pero un día el niño no volvió más. Cuando se hizo de noche fue averiguar que había pasado. Y era que el niño estaba muy enfermo. Lo había picado una serpiente y el veneno era mortal. Y era cuestión de días. El pobre dragón casi se muere de la tristeza. Sabía que existían unas raíces en lo más alto de la colina. Pero lo difícil no era encontrarlas, sino dárselas a los familiares de Pedrito. Pero Pedrito era su amigo y haría lo imposible por el. Así que una buena tarde le llevo las raíces. Los aldeanos corrían por todos lados y fueron a buscar fuego para espantarlo. Sin embargo el estaba decidido. Sabía donde vivía pedrito, y le dejo las raíces en la puerta de la casa de sus padres. Los padres del niño vieron al dragón y casi se mueren del susto. Fue entonces cuando les dijo:
- No me importa lo que hagan conmigo, pero con estas raíces pueden curar a su hijo. El es mi amigo y yo lo quiero mucho. El niño en su convolescencia decía:
- Ese es mi amigo el dragón. Los padres estaban asustados, un dragón que habla y además es amigo de mi hijo. Así que le hicieron caso. Molieron las raíces, y frotaron al niño las heridas, y al día siguiente el niño vomitó todo el veneno, y volvió a ser un niño saludable otra vez. Sin embargo los aldeanos estaban enfurecidos. No querían un dragón cerca de su aldea. Temían por su seguridad y de sus caballos. Sin embargo, Pedrito les dijo:
- No podemos ser tan desagradecidos, él me salvo la vida. Y podría ser muy útil. Nos protegería en las noches de los tigres que en ocasiones se pasean cerca de la aldea-. Y así fue que los aldeanos recapacitaron, y más nunca sintieron ningún tigre por la aldea. Sus gallinas, caballos y ovejas seguían todavía. No se habían desaparecido. Así que no había manera de culpar al pobre dragón. Porque este dragón era único y diferente. Se alimentaba nada más de los peces de los ríos. Con el tiempo lo bautizaron Amica, que significaba en el lenguaje de estos aldeanos, el dragón amigable, fiero y protector. Y colorin colorado este cuento ha terminado

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