sábado, 27 de febrero de 2021

Esmeralda



Siempre nos hemos sentido fascinados acerca del universo y sus increíbles secretos. Somos muy curiosos y queremos explorar la vida que puede existir en él, pero la realidad es que todavía no la encontramos. Tal vez es porque tiene que ser así. Tenemos que aprender a cuidar a nuestro planeta primero antes de encontrar vida en otros mundos para que la Tierra  sea amable, y llena de luz. Pienso que cuando estemos preparados  los habitantes de otros universos manifestaran  su presencia ante nosotros.

Solo sabemos de nuestro sistema solar, y otras constelaciones grabadas por el Telescopio Americano Hubble. Sin embargo existe un sinfín de otros universos no conocidos por la humanidad.

En nuestro universo hay muchas dimensiones lejanas a nuestro sistema solar, ya que existen muchos Universos paralelos. Entre todos ellos existía una constelación de color verde aceitunada, y de brillantes estrellas de un gran matiz de colores llamativos inimaginables por el hombre. En ella había un planeta llamado Esmeralda. Ella era tan brillante como el cosmos mismo rodeado de estrellas  brillantes iluminada por un radiante sol que cambiaba de colores diariamente.

El planeta tenía una atmosfera cubierta de estrellas brillantes de luminosos colores que le daban mucho color. Allí existía una comunidad de vida muy peculiar. Tenían facciones humanoides, y su piel era verde escarchada con un cabello largo cubierto de infinidad de estrellas de colores, y brillaban con un matiz dorado cuando llegaban los primeros rayos del sol  Se comunicaban mentalmente con los árboles, y les cantaban canciones llenas de melodía sutiles, y armoniosas. Los árboles se encontraban llenos de vida, y todos los días  llegaban unas esferas de colores que  se ubicaban en las ramas de los arboles brindándoles más vida a ellos. ¿Cómo llegaban? ¿De dónde venían? Ni siquiera los habitantes de esmeralda sabían. Ellos solo sabían que venían diariamente, y se asentaban en sus bellos arboles a quienes amaban mucho. No todo quedaba allí. Venían con ellos energías llenas de vida, y habitaban dentro de las esferas. Los habitantes de Esmeralda las cuidaban mucho porque sabían que gracias a ellas había equilibrio en el universo.

Hilitos de oro era una bailarina muy conocida en los planetas verdes, pero le encantaba visitar a Esmeralda, y cuando amanecía el sol  irradiaba  con hermosos colores, a cambio ella se lo agradecía bailando una danza única con música proveniente de las altas esferas.

Jhajim era muy tierno con los pajaritos, así llamaba a los habitantes de los árboles que venían continuamente del cielo. Él las quería mucho, y cantaba continuamente con ellas, y las esferas se vestían de atractivos colores.

Era un bello planeta lleno de luz, y mucha alegría. La conexión telepática con  el reino vegetal era algo muy natural. Eventualmente aparecían energías de colores semejantes a los comentas que provenían del cielo. Violeta era una de ellas. En ocasiones pasaba grandes temporadas con nosotros. Era alta, y de varios matices de purpura.  Jhagim Le llego agarrar mucho cariño a las pequeñas esferas, y a la civilización de Esmeralda.

Violeta y Jhajim se  hicieron grandes amigos. Realmente le parecía que era totalmente diferente de lo que había conocido anteriormente. Tenía la capacidad de  transformarse, y cambiar de tamaño. Se hacía pequeña para visitar a las pequeñas esferas que vivían en los árboles, y a la comunidad de seres que Vivian en ellos e igualmente podía adquirir un gran tamaño llegando a la altura de los arboles más altos. Y muchas veces sentí que los abrazaba con calidez. Era energía pura e irradiaba mucha luz.

La comunidad era muy confiada, y pensaba que todas las razas del universo poseían la misma calidez, y respeto a la vida como ellos. Sin embargo, sabían de un planeta nuevo, y muy joven que estaba evolucionando. Ya las primeras formas de vida habían surgido, y pronto llegarían los humanos. Eran diferentes a ellos. Era un mundo lleno de emociones, y grandes bendiciones. Tenían temor por ellos porque poseían mucha luz, pero no lo sabían, por eso eran peligrosos. Sin embargo Jhajim tenía confianza en ellos de que algún día descubrirían su luz. El defendía todas las formas de vida del cosmos porque pensaba que todos tenían derecho a la vida, y a la prosperidad.

Hilitos de oro quería mucho a Jhajim. Cuando se le acercaba su piel brillaba como nunca vistiéndose de mil y un colores. Ambos llegaron a quererse mucho. Todo para ellos era luz, y color. Él amaba toda la vida de Esmeralda, pero era también un aventurero. Soñaba con conocer otras civilizaciones, pero no se quería apartar de Hilitos de oro, y su mundo maravilloso vegetal.

Entonces llegaron ellos. Todos los recibieron con calidez, y no vieron ningún peligro en esa raza. Eran altos con facciones grises, y  ojos azules penetrantes. Les enseñaron todo. Hilito de oro no confiaba en ellos. Había algo de ellos que no le terminaba de convencer. No brillaban como ellos. Ella era un artista, y había viajado a muchos mundos generosos llenos de luz en muchos universos. Por ello, ella les tenía desconfianza, y hasta mucho temor.

Ella le dijo que tuviera cuidado con  ellos, sin embargo como los demás no la escucho. 

Ellos se acercaron a Jhajim, y sabían de su inquietud por conocer  otros mundos, y lo invitaron a llevarlo a la Tierra prometiéndole que volverían pronto. Él estaba muy contento. Quería conocer todo acerca de ese planeta. Le dijo a Hilitos de Oro que volvería pronto, y se quedaría después con ella por siempre en Esmeralda pero, no puedo cumplir su promesa. Hilitos de Oro le dio un medallón azul celeste, que brillaba con el sol reflejando matices de colores del Universo.

Al día siguiente se fue con ellos, pero no se dirigieron a la Tierra sino por el contrario a otro mundo con poca luz.

-Esto no es la Tierra- le contesto temeroso Jhajim

-Por supuesto que no. Aquí te quedaras, y no volverás a tu hogar.

Eso fue un golpe duro para Jhagim. Él quería volver a Esmeralda.

-No pienso quedarme-

-Eso dijeron los otros-

-Coleccionamos habitantes de otros planetas, y los apresamos. Te elegimos a ti porque eras diferente a los demás- dijo despectivamente.

Lo bajaron de la nave, y lo apresaron en una jaula con otros seres desconocidos para él.

Tenía mucho miedo. Nunca se había alejado tanto de su hogar, y estaba arrepentido de aceptar su invitación a esa aventura nefasta.

Sin embargo, no todo era malo. A pesar de que Hilitos de Oro se encontraba lejos, ellos se comunicaban mediante el medallón. Él era muy gentil, y se hizo amigo de todas aquellas razas. Ellos sufrían también. Le daban poca comida, y el las compartía con ellos, y les hablaba acerca de su planeta, y como era todo allí. También jugaban a los escondites  de aquellos seres, sobre todo con los más pequeños. Todo se volvió más ligero para todos.

Un buen día aquellos seres desagradables  vinieron a buscarlo a esa jaula. Estaban muy desconfiados por que los otros estaban muy tranquilos, y hasta más felices desde que llego el allí.

-¿Quién eres tú?-

-¿Porque los demás confían en ti? Eso no es normal.

Jajhin no sabía que decirles. El simplemente era gentil con todos, incluso con ellos. Yo simplemente pienso que la vida en el universo debe ser amada, y cuidada, incluso ustedes también lo merecen.

Ellos se rieron de él. No estaban acostumbrados a la gentileza de nadie.

-Piensas que te puedes ir ahora- dijo uno burlonamente

-Yo me voy a ir de todos modos. No pienso estar aquí para siempre-

-¿Por qué brillas tanto cuando hay una hoja seca o un árbol seco?

-Ellos merecen amor. Yo amo mucho al reino vegetal, y elemental-

-Pregunto otra vez ¿Quién eres tú? Eres distinto a ellos-

Jhagim los miro fijamente, y sin temor.

-Soy el guardián de todos los árboles de Esmeralda-

Ellos se asustaron, y retrocedieron: “Eres un ángel verde”

-No sé a qué se refieren.  A nosotros nunca nos han llamado así.

-No puedes estar más aquí. Nos harías daño-

-Te facilitaremos una nave espacial para que te vayas, pero no puedes volver a Esmeralda-

-¿Por qué?-  dijo Jhagim extrañado

-La constelación a la cual perteneces se encuentra impenetrable. Tus amigos pusieron una capa electromagnética de defensa. Nadie puede ingresar a ese universo, ni siquiera las razas que poseen los avances tecnológicos más altos.

-Lo hicieron para evitar que entraran intrusos con malas intenciones, es decir nosotros- dijo con una mueca de desagrado.

- y, ahora ¿Qué haré?- pensando que había perdido todo.

-Hay un planeta nuevo parecido al tuyo, pero es  muy joven todavía. Te puedes ir allá.-

-¡La Tierra!-

-Te advierto, en cuanto pises la Tierra te olvidaras de todo, de dónde vienes-

Jhagim acepto. No tenía alternativa. Para ellos fue un consuelo que se fuese. No querían tener cerca un ser de tanta luz, aunque reconocía que era muy amable. Tal vez algún día podrían convivir con todas las razas del universo, pero no todavía.

Jhagim fue llevado a una nave espacial rudimentaria. Ellos, coordinaron todo, esperando no volverlo a ver otra vez. El medallón de Hilitos de oro brillaba con un color azul intermitente, ya ella sabía que él estaba a salvo, pero no sabía en donde se encontraría, pero su corazón lo sospechaba.

Y así fue que Jhagim llego a la Tierra. Tuvo que esconderse porque los humanos no eran fáciles de comprender. Él sabía en su corazón que la Tierra no era su hogar. Sin embargo, se hizo amigo de los humanos, y les enseño a cultivar, y a tratar bien al reino vegetal porque ellos sienten mucho amor, y brindan muchas bendiciones.  De vez en cuando revisaba el medallón. No entendía sus inscripciones, ni tampoco  porque tenía un logotipo de árboles en un fondo azul.  Sabía que tenía algún significado. Algún día lo descubriría. Empezó a conectarse con los árboles, y le parecía escuchar sonidos, y melodías provenientes de ellos. Pensó que era su imaginación, pero empezó a cantar con ellos, y sentía que le respondían, y cuando brillaba mucho el sol aparecía unos hilitos de colores que brillaba  incandescente. El la llamo hilitos de oro sin saber que la había conocido de algún lugar. Esa es la historia de Jaghín que vino de un planeta verde llamado Esmeralda en donde la luz y el amor equilibran todo. De un mundo que nos enseñaría mucho, y que tal vez algún día si sembramos gentileza, respeto , y amabilidad a la madre Tierra seria parecido a Esmeralda.