jueves, 26 de enero de 2017

Los hombres Hoja




Luis pertenecía a una familia de exploradores y excursionistas. Desde pequeño había acompañado a su hermano a expediciones de grandes mesetas. No había retos ni desafíos para él. Su padre era un botánico y siempre había sentido pasión por la diversidad de flora existente en el planeta, y era uno de los hombres más ecologistas que respetaba la biodiversidad.

Cuando el muchacho se enteró de que su padre realizaría una expedición a la gran Sabana con su hermano, él no lo pensó dos veces. No se podía perder esa aventura.
Su padre refunfuño. No era una excursión cualquiera. Iban a ir a los Tepúes Venezolanos, uno de los rincones más sagrados del planeta y con la flora endémica  más rica de la región.
-Ya tienes entrenamiento, pero no esperes grandes emociones. Como botánico estoy interesado en la biodiversidad existente en los Tepúes. ¿Estás preparado para ello? Además hay muchas comunidades indígenas que tienen su recelo contra el extranjero-
-Por supuesto padre- pensando de antemano en lo emocionante que podría ser todo aquello.
En pocos días la familia organizo todo contactando un agente de viajes que lo llevaría a las mesetas venezolanas. Tendría que pasar por Caracas y de allí  agarrar una avioneta que los llevaría a la gran sabana. Al llegar se dirigieron a una pequeña comunidad indígena. Se llamaban los Joti. Eran muy pacíficos, recolectores y cazadores.
Luis estaba muy contento. Se había asesorado todo lo referente a los tepúes. Eran grandes mesetas rocosas, y algunas no habían exploradas. Acerca de ellas había todo un género de leyendas y relatos que valdría la pena escuchar. Sin embargo Luis no se imaginaba todo lo que aprendería acerca de ellas, y como marcaria posteriormente su vida.
Los indígenas los recibieron con calidez y amabilidad. Tenían un traductor ya que ellos no hablaban español. Gracias a él pudieron ponerse en contacto con el guía que los orientaría para ir al Tepuy Roraima. Allí el Padre de Luis estudiaría con más énfasis el descubrimiento de nuevas flores que solo habitaban en las altas cumbres rocosas. Sin embargo fueron muy explícitos en que no se llevaran como muestra en sus morrales. Eran muy supersticiosos, y todo aquello existente en la vida de los Tepuyes debía ser honrado y respetado. El Padre de Luis estuvo de acuerdo así que se llevó su libro de anotaciones y una filmadora para registrar todo.

Sin embargo Luis tenía otros planes. Él quería ir a otras mesetas. Había investigado acerca de ellas. Conformaban el macizo de Chimantá. Era una conformación de mesetas ubicadas en las planicies de la gran sabana. Había leído que era único en su especie. No había sido escalado nunca y contaba con una flora y fauna sin igual.
En la noche se lo comunicó a su padre.
-¿Estás loco? Nunca ha sido escalado, y además se encuentra lejos. Inclusive no puedes ir solo. Si esta gente se entera de tu osadía tendremos problemas-
-Pero padre. Yo tengo experiencia. No sería la primera vez- le respondió molesto
-No es igual. Estos Tepuyes conforman uno de las formaciones rocosas más antiguas del planeta. Además tu hermano viene conmigo. Tendrás que acompañarnos entonces- le respondió severamente su padre.
Luis no le respondió nada, y su padre pensó que lo había convencido completamente y que no lo desobedecería
La excursión saldría a media mañana después de que estuviesen organizados. Luis se levantó temprano y ya estaba dispuesto a marcharse cuando se encontró con Mara.
-¿Te vas tan rápido?- le pregunto la muchacha
-¿Hablas español? Pregunto extrañado
-Aprendí en la escuela. Nos enseñan el idioma- dijo con fastidio
- No le digas a nadie, pero me voy a este Tepuy ensenándole un folleto-
-No puedes ir solo. Te acompañaré- dijo la muchacha
Luis la observo, era una muchacha muy menuda, y tal vez delicada, pero no estaba en la ciudad. Puede ser que la muchacha tuviese habilidades.
-Va ser duro. ¿Has escalado alguna vez? Le pregunto
-He acompañado a mi hermano a esas tierras sagradas. Tengo que decirle a mi madre. No me puedo ir así-
-Esto se puede complicar. ¿Tienes que avisar?- pregunto
-Es una falta de respeto hacia nuestros padres y hermanos. Somos familia. Ven conmigo- dijo ella replicando
La muchacha lo jalo y lo llevo a la casa común de su familia. Era grandísima.
-Madre, voy a llevar al muchacho al Macizo de Chimantá- hablándole en un idioma desconocido para Luis.
El muchacho no sabía de qué hablarían. Hubo un intercambio de tonos de voz y Luis se imaginó que su madre no la dejaría. Al final le dio una pulsera con una gran cantidad de piedras de azabache. Al parecer eran supersticiosos y quería que la suerte la acompañase en el camino.
-Es bastante lejos ¿Llevas algo para comer?- pregunto la muchacha
-Agua y algunos panes-
Se fueron caminando atravesando parte de la selva hasta llegar a un sector habitado.
-Tengo un primo que nos puede llevar en un jeep en las cercanías del Tepuy. El resto lo haremos caminando- dijo la muchacha
-Magnifico- dijo Luis emocionado
Mara se dirigió a una pequeña casa y hablo en su dialecto con un hombre de mediana edad. A Luis le extraño que no objetara ya que ellos solo eran apenas adolescentes.
El hombre se le acercó al muchacho mirándolo con desconfianza.
-¿Estás seguro de lo que estás haciendo? Yo confió en Mara pero no quiero que un turista vaya adentrarse en esas tierras sagradas y además se haga daño, pero estarás bien.  Pondría mi vida en manos de mi prima-
-Por supuesto. He escalado desde que tengo diez años- respondió ofendido.
Después de esperar media hora, el hombre los dirigió a un jeep, y se fueron en el hasta las cercanías del Tepú. Todo era majestuoso. Las diferencias geográficas, vegetación  y aridez en la tierra a medida que se acercaban.
-Yo los dejo aquí. Allí están los Tepuyes. Tengan cuidado. Vendré dentro de dos días- dijo el hombre
-Avísale a mi madre y al padre del muchacho- dijo Mara ante la molestia de Luis.
Luis estuvo callado un buen tiempo a medida que se acercaban a uno de los Tepuyes. Descansaron varias veces para tomar agua y alimentos.
Al llegar Luis estaba impresionado de lo majestuoso que era esa inmensa formación rocosa. Se sentía tan pequeño. Y que energía emanaba del mismo.
-¿Lo sientes, verdad? Es la Energía sagrada del Chimantá- dijo Mara
De repente aparecieron una gran cantidad de guacamayas volando alrededor del Tepuy. Eran muchísimas.
-¿De dónde salen?-pregunto Luis ensimismado
-Esto no es normal. Vamos a ver qué pasa-
Luis no entendía nada. Unas guacamayas eran guacamayas. Aunque había oído decir que habitaban en  la selva no cerca de los Tepuyes.
Al acercarse escucharon un sonido ensordecedor. Por lo menos Luis lo sintió así. Sin embargo Mara tuvo otra reacción. Se arrodillo ante la gran montaña y se puso a llorar.
-¿Qué pasa?-Pregunto alarmado
-Chimanta esta triste, no escuchas. Quiere decirme algo- dijo la muchacha todavía sollozando.
La muchacha toco gentilmente la montaña y ante la sorpresa  y estupefacción de Luis ambos escucharon un susurro

‘ ESCUCHEN MI VOZ QUERIDOS HIJOS, MI DOLOR Y LLANTO.. EL HOMBRE HA HECHO TANTO DAŇO. SU QUERIDO PLANETA SUFRE, LLORA PORQUE SUS HIJOS LOS HAN OLVIDADO. SIN EMBARGO LES HABLARÉ A TODOS LOS RINCONES DEL PLANETA. NO HABRA CIUDAD, NI PUEBLO, NI COMUNIDAD PEQUEŇA QUE NO RECIBIRÁ MI MENSAJE. SERA TAN SIGILOSO COMO EL SONIDO DEL VIENTO EN LAS MONTAŇAS Y TAN FUERTE Y VIBRANTE COMO EL ZUMBIDO DE LAS ABEJAS. ALGUNOS ESCUCHARAN MI LLAMADO, OTROS NO LO ENTENDERÁN. LOS ENVUELVO A USTEDES EN EL PODER MAGICO DE MI AMOR”

Luis estaba  petrificado. Había escuchado perfectamente todo. No tenía lógica para ello. Sería su imaginación. Sin embargo, Mara se arrodillo y le pidió a la montaña que la perdonase. Su familia no había querido hacerle daño.
Se escuchó un silencio profundo y ninguno de los dos hablo.
-No debimos venir- dijo con tristeza Mara con lágrimas en los ojos.
-Hicimos bien.  Ahora estamos más conscientes  del servicio ecologista que debemos brindar- dijo Luis con una sonrisa
-¿Ecologista? ¿De qué hablas? ¿Qué palabras son esas?- le pregunto extrañada.
-Quiero decir que debemos hacer algo. Te digo un secreto. Aparte de las excursiones que me apasionan también me gusta la botánica, es decir las plantas, y esta bella formación rocosa debe tener gran vida. Me gustaría conocerla-dijo el muchacho.
-¿No escuchaste? Puede enfadarse, y si subimos nos envolverá con su manto de niebla, y si es así no hay vuelta atrás- respondió atemorizada.
-Es temprano. Podemos subir, y te prometo que antes de mediodía bajaremos- dijo Luis
Entonces los muchachos fueron escalando la montaña poco a poco. Ayudándose unos a otros. Luis le dio unos guantes de tela para que no se hiciese daño, pero la muchacha era muy diestra. Nunca había visto escalar alguien con tanta agilidad. Llegaron a un piso firme y se adentraron en la espesura del Tepui. Luis estaba impresionado ante la biodiversidad de flora y fauna. Había una gran variedad de ranas, sapos, insectos nunca vistos. Había flores en los rincones del Tepuy. Unas más grandes que otras y bien colorido. Su padre le hubiese gustado.
-Me gustaría llevarme unas flores- dijo Luis
-No puedes. Es tierra sagrada. Todo debe permanecer aquí- dijo la muchacha.
Mientras estaban descansando a Luis le pareció ver algo detrás de unos matorrales, y lo que vio lo dejo sin habla. Eran dos seres cubiertos de hojas. No tenían brazos sino ramas. Eran como unos pequeños arboles andantes. El muchacho casi se desmaya.
La muchacha se levantó rápidamente al oir el ruido.
-Son los hombres hoja. No hables. He oído acerca de ellos. Son seres muy gentiles. Hemos contado con una gran suerte de verlos. Dicen que aquel que lo percibe y los trata con gentileza recibe su bendición- dijo la muchacha
La muchacha y Luis permanecieron callados sin emitir un solo ruido. Los hombres hoja se le acercaron y los rozaron con sus hojas. Los muchachos sintieron un olor húmedo y una sensación de rocío al entrar en contacto con ellos. Estuvieron horas así sin hablar solo disfrutando de su compañía. Uno de los hombres le dio una flor preciosa a la muchacha. Era única en su especie, y a Luis una orquídea. La tomaron gentilmente y la guardaron en sus bolsillos. De repente sintieron un gran estupor y quedaron dormidos profundamente. Los hombres hoja los acariciaron con sus hojas dejándoles un brillo escarchado en su cuerpo, y después se fueron como habían llegado.
Luis y Mara  no sabían cuánto habían dormido, pero lo que si era cierto es que no estaban ya en la montaña.  Era como si nunca hubiesen subido.
-¿Fue todo mi imaginación? – pregunto Luis
-Revisa tu bolsillo. Las flores están allí y además nos regalaron unas piedras de cuarzo- dijo la muchacha
Luis los saco. Estaba impresionado. Que experiencia.
-¿Crees que la montaña nos quiso decir algo?- dijo Luis con dudas
-¿y, lo dudas? Para mí fue suficiente- dijo Mara
Nada se había quedado en la montaña ni siquiera el morral. Indudablemente era tierra sagrada.
El primo de Mara llego a las pocas horas a buscarlos.
-¿Ya pasaron dos días? ¿Tan rápido?- pregunto Luis
-Creo que perdieron la noción del tiempo dijo el hombre.
Tanto Mara como Luis se fueron en silencio. No dijeron nada en el camino hasta llegar a su comunidad.
Sus familiares los estaban esperando. La madre de Mara en cuanto la vio escarchada dijo unas palabras en su dialecto que no entendió Luis.
-¿Cómo les fue?- pregunto el hermano de Luis con picardía guiñándole un ojo.
-Muy bien. No me lo creerás, pero conocimos unos hombres de hoja- dijo el muchacho
-El sol como te hizo daño o mejor dicho  el rocío de la montaña-
-Han sido benditos. No pensábamos que existiesen esos seres. ¿La montaña hablo con Uds.?- pregunto el padre de Mara ante la sorpresa de todos.
Los muchachos asintieron y le relataron todo. Todos le creyeron a diferencia de su padre que le parecía todo tan fantástico, pero tenía que reconocer que esas tierras eran místicas.
Los muchachos se tomaron muy en serio su experiencia y todo aquello que vivieron en el primer tepuy de Chimanta . A través de los años Luis se convirtió en un excelente botánico y María permaneció en su poblado dando clases a los más pequeños relatándoles historias acerca de la  maravillosa vida presente en los enigmáticos Tepuyes, y del respeto como el amor que debían brindarle  a esas hermosas mesetas como en todo aquello que tenga en vida en nuestro entorno.









martes, 24 de enero de 2017

Una gran aventura



Hakon era un niño muy osado, aventurero, gentil y amable con su comunidad Vikinga. Desde muy joven mostro interés en participar en las travesías que realizaba su tío Orn, y soñaba en acompañarlo algún día en esas expediciones de la cual traía grandes tesoros.

A los doce años se escapó en una embarcación con familiares, y amigos de su padre. Los hombres fornudos no se dieron cuenta de su presencia hasta que estuvieron en alta mar.
-¿Qué haces aquí escondido detrás de las armas?- dijo zarandeándolo fuertemente su tío.
-Yo quería venir. Sabía que mi padre no me dejaría así que me escabullí, puedo limpiar el Drakkar y pulir las armas-respondió molesto el muchacho.
-¿Qué pensara tu padre? Por Odín, no sabes en el peligro que te has metido- le dijo con severidad. Ya no podemos hacer nada. Te encargaras de mantener todo limpio y ayudar a Olaf a repartir los alimentos diariamente.  Eres muy chico todavía para realizar trabajo de hombres-
El muchacho no le hizo gracia la idea, pero decidió hacerle caso a su tío.
Hacia buen tiempo, así que el Drakkar se deslizaba por las aguas con agilidad, pero en dos días todo cambio. A medida que se alejaban de la costa vikinga, los vientos del norte asomaban una gran tormenta. Los vikingos estaban acostumbrados al mal tiempo, eran grandes navegantes, y habían diseñado sus naves para afrontar todo tipo de retos climáticos, pero  no se esperaban una tormenta tan fiera. El agua azotaba toda la nave bambaleándola de un lugar a otro.
 -Hakon tendrá que aprender a la fuerza a navegar en el mar- refunfuñando en el camino.
-Toma esta chaqueta, y ven ayudarnos. No quiero quejas. Querías venir. Ahora veras que es enfrentarse a la violencia del mar- le dijo su tío.
Hakon permaneció callado, y lo ayudo en lo que pudo sacando agua de la embarcación, y ubicando sogas en la proa lejos de la nave evitando que se cayeran al mar. El viento arreciera fuertemente, y la lluvia caía fuertemente. Sin embargo, el muchacho no se quejó. Para él era una maravillosa aventura.
La tormenta duro toda la noche. Los marineros estaban agotados. Después de media noche bajo la luz de una luna llena todo volvió a  la calma.
-Has sido de gran ayuda, mañana te encargaras de subir arriba y vigilar la estabilidad de la vela de la nave- le dijo sonriendo su tío
El muchacho le encantó la idea. Ahora si aprendería realmente de navegar con  los marineros, no encerrado en la cocina.

Al día siguiente, Hakon subió hasta arriba y dirigió adecuadamente la embarcación divisando una pequeña playa a finales de la tarde.
-¡Tierra en el horizonte! – dijo el muchacho.
Los vikingos dispusieron a navegar a mayor velocidad hasta que llegaron a la orilla del mar.
-Que no se quede nadie en la nave, y traigan sus escudos como sus espadas-
Los vikingos desembarcaron llegando hasta la orilla, y se dirigieron caminando encontrando una gran maleza. Lo cortaron con las espadas hasta llegar a un sitio en donde se asomada un castillo de marfil.
Los vikingos estaban asombrados. Nunca habían visto nada igual. Era de un color blanco marfil con grandes torres cristalinas a los lados del castillo.
-No perdamos tiempo. Vamos a llevarnos lo que encontremos- dijo  uno de los vikingos
-Deben tener magnificas joyas- dijo otro
Hakon sabía que los vikingos no se detendrían hasta lograr su propósito así que permaneció al lado de su tío pensando en los posibles tesoros que podrían existir en  ese fabuloso castillo.
-Vamos a entrar por el otro lado del castillo por el otro lado del castillo, asi no seremos descubiertos. Los fieros vikingos se dirigieron en donde se encontraban ubicadas las torres, entraron por las puertas y entraron a la mansión.
Los habitantes se percataron de la presencia de los gigantes guerreros, y decidieron pelear con ellos para defender sus pertenencias. No tuvieron mucha oportunidad. Los vikingos eran feroces, y adiestrados en el arte de la guerra.
Hakon puedo percibir la presencia dos niñas pequeñas del otro del salón.
-No nos hagas daño – le suplico una de ellas a Hakon
El muchacho que también era de buen corazón las escondió en un armario en donde se ubicaban las armas de los caballeros que luchaban por su vida en contra de los vikingos.
-No salgan de allí hasta que nos vayamos- dijo Hakkon a las niñas.
-Toma mi dige azul como agradecimiento- dijo la mayor de las niñas.
-Te dará suerte- dijo la más pequeña abrazando a la otra chica.
Hakon cerró la puerta levemente, y se dispuso acompañar a  los otros vikingos.
Muchos estaban ya muy heridos, y los vikingos tenían un gran botín en sus manos. Se llevaron algunas pieles como joyas preciosas.
-¿Alguno de Uds. han visto armas? Me caería bien alguno- dijo uno de los vikingos
-Yo no he visto nada- dijo Hakon pensando en las muchachas
-Vámonos. No tenemos nada que hacer. ¿Y, ese dige? Es una piedra azul preciosa-dijo su tío.
-Se la quite a un hombre que estaba desmayado en el piso- mintiendo a su tío.
-Entones, es tuyo. Recuerda somos vikingos, y guerreros. Siempre nos llevamos lo que necesitamos-
Los vikingos se dirigieron con sus tesoros en su embarcación contentos de todo aquello que se habían llevado, y se dispusieron a navegar hasta su hogar.

Les  tomo semanas llegar a Noruega. Afortunadamente hizo buen tiempo y no hubo muchas eventualidades en el camino. Al llegar al puerto su madre lo esperaba en el muelle. Estaba furiosa.
-Por Odín. ¿Cómo pudiste irte así? Pensamos que Loki te había arrastrado a las tinieblas. Veo que estabas con tu tío. Por los momentos te olvidaras de viajes hasta que cumplas tu mayoría de edad. Mientras tanto podrás aprender con tu padre como construir un Dakkar solido-
-Pero mamá. Es mucho tiempo- le respondió malhumorado.
-Hazle caso a tu madre. Cuando te des cuenta ya estarás manejando tu propia nave- le respondió su tío con cariño.


Con el tiempo Hakon se convirtió en un excelente diseñador y constructor de naves vikingas. Puso tanto esmero en aprender el oficio que contó con la admiración de todos por lo que lo acompañaron muchos en las travesías por el mar. Disfrutaba el contacto con la brisa marina, y el conocer nuevos rumbos. Todavía llevaba el dige en el cuello. Realmente la piedra le había dado mucha suerte. No fue un Vikingo guerrero y agresivo como otros. No le gustaba quitar las pertenencias a otros. Su espíritu era de un marino que disfrutaba de conocer otras tierras navegando en el ancho mar.

martes, 17 de enero de 2017

PLUMA LIGERA



Pluma Ligera no era como los otros niños de la Tribu. No le interesaba en absoluto la caza de los Bisontes. Consideraba que aquellos eran sus hermanos de la Tierra. A su madre le preocupaba su actitud ya que la tribu vivía de la caza de los búfalos y Bisontes, y no iba a contar con el apoyo de Búho Sonriente en su vida futura,

Pluma Ligera había nacido una noche de Luna llena. Relataba su madre que la luz era tan radiante que ilumino con claridad el  nacimiento del niño. Su madre consideraba que era un presagio. Confiaba que fuese para bien. A medida que fue creciendo Pluma  Ligera se convirtió en el muchacho más colaborador de la tribu. Sabia armar y desarmar rápidamente los Tipis cuando tenían que mudarse, conocía todas las hierbas medicinales y se las entregaba al curandero, quien siempre lo vio con desconfianza. Además era el mejor pescador de todos los lagos y construía unas canoas sin igual.

Pluma Ligera pertenecía a la Tribu de Pies Negros. Eran nómadas ya que su fuente de alimentación eran los bisontes. Raramente comían aves y de vez en cuando pescaban de los lagos cuando no era época de cacería por lo que se tenían que estar moviendo entre las planicies.
Pronto seria la ceremonia del rey Sol, y ya el chamán conocía los posibles guerreros y mejores cazadores de la Tribu. Por lo que no entendía la actitud de ese muchacho tan apacible y despreocupado. Águila Roja conocía a la familia de Pluma Ligera desde hace años, inclusive recordó que el muchacho había nacido en una luna llena, indudablemente era un mal presagio. Con su actitud no iba aportar en nada a su comunidad, y podría ser un estorbo entre los jóvenes que ya poco lo toleraban por sus extraños intereses.

Por otra parte, Pluma Ligera disfrutaba mucho de su soledad ya que no le gustaba estar rodeado de grandes grupos aunque sabía que le ocasionaba algunos enemigos. Cuando vio a Águila Roja dirigirse a su tienda pensó en lo peor.
-¡Hola Golondrina! Dentro de dos lunas llenas vamos a realizar la ceremonia al nuestro querido Rey sol. ¿Qué vas hacer con tu hijo? Se dé su actitud de falta de compromiso a las actividades de caza. Ni siquiera mostro interés en conseguir un caballo a los diez años. ¿Hasta cuándo lo vas a proteger?- le reclamó el Chaman a la madre de Pluma Ligera
-Él ha sido tan buen muchacho. Incluso te ha conseguido todas las hierbas medicinales que has necesitado cuando enfermo Búho Sonriente- dijo con tristeza su madre.
-Tiene que involucrarse en las actividades de Caza. Hemos sido tolerantes. Esos son trabajo de mujeres- dijo duramente el Chaman.
Golondrina permaneció callada. Sabía que su hijo tenía una conexión especial con la naturaleza, y todos los seres vivos, pero temía por él.
Pluma Ligera permaneció a la distancia percatándose por el semblante de Águila Roja de que todo podría convertirse en un problema para él, y su familia, así que decidió irse. Se iría en cuando la Luna sonriera, y cuando todos durmiesen. El rio no estaba lejos, y había oído de otra comunidad que no vivía de tradiciones tan rígidas. Iba a lamentar abandonar a su familia, pero ya tenía 17 años.
Al día siguiente hablo con su madre.
-Madre, me voy a ir de la tribu. No voy a participar en la danza del Sol. Me duele como nuestros hermanos Bisontes mueren en las cacerías. A veces Jaguar es tan cruel. Pareciera que disfrutase matando esos pobres animales- dijo Pluma Ligera
-Es nuestro medio de sustento. Tenemos que alimentarnos en invierno. No seas terco- dijo su madre con severidad
-Precisamente por eso tengo que irme. Me iré mañana en el anochecer No quiero convertirme en un cazador que mata cruelmente a esas criaturas- dijo firmemente Pluma Ligera
Su madre lo vio con tristeza sabía que no había poder para convencerlo.
Pluma Ligera organizo todo para irse. Tenía guardada unas hierbas medicinales. No se las había entregado todas al desagradable de  Águila Roja. Nunca le había caído bien.
Esa Noche se fue caminando, y decidió acampar  hasta el día siguiente para agarrar el rio grande y trasladarse hasta la otra comunidad.
Cuando Águila Roja se enteró que el muchacho había desaparecido enfureció.
-En vista de que no le interesa nuestra comunidad, no podrá venir de regreso jamás. En mi opinión este desterrado- dijo con dureza.
Ni Búho Sonriente pudo hacer nada. El Chaman tenia mucho poder. Tenía miedo que lanzase una maldición y les tocase días de hambruna a la tribu.

Al día siguiente, Pluma Ligera llego hasta el Rio. Era muy caudaloso. A pesar de ello, sin pensarlo decidió navegar. Tuvo que esquivar varias rocas. Menos mal que era bueno navegando. Estuvo navegando por horas hasta que deslumbro una orilla, y se dirigió a la misma. Estaba agotado. Camino unos cuantos pasos, y descanso un buen rato al lado de un arbusto.
De repente escucho pasos. Saco su arco y flecha, y con sorpresa descubrió una linda muchacha de un color de piel aceitunado y un cabello más negro que el azabache.
-¿Qué haces aquí solo? ¿Y tú caballo? Es peligroso que andes solo. Las casas rodantes se encuentran cerca- dijo la muchacha
-¿Casas Rodantes? Nunca había oído hablar de eso- dijo el muchacho sin pensarlo dos veces.
-¿De dónde vienes? ¿Eres de la comunidad de los pies  negros?- observando sus mocasines
- Así es, pero no voy a volver con ellos- respondió con dureza
-Supe por mi padre que han pasado una mala racha- dijo la muchacha
-No me interesa- respondió adolorido recordando al antipático del Chaman.
-No han podido cazar búfalos. Los hombres blancos de las casas rodantes han acabo con unos cuantos- Eso me dijo mi hermano que siempre le gusta salir con sus amigos por otras fronteras.
-Ven conmigo.- dijo la muchacha extendiéndole la mano.
Pluma Ligera lo acepto y la acompaño a la comunidad.
La muchacha lo presento a su familia y amigos. Al verlo con la canoa en la espalda lo miraron extrañados.
-¿Qué llevas en la espalda? Pregunto un hombre ya mayor.
-Es una canoa. Así me traslado en los ríos mostrándole también los remos.
-Veo que no tienes caballo. Estas lejos de tu tribu. Supe que los indios de las planicies han tenido mala suerte en la cacería, pero seguro que vendrán tiempos mejores- dijo  el hombre brindándole esperanzas.
-Nosotros vivimos de la agricultura, y de vez en cuando pescamos en los ríos. Te mostraré el campamento.- dijo la muchacha jalándolo por la mano.
Pluma Ligera vio con sorpresa una siembra de maíz. Nunca había visto algo igual. Y sus tiendas no eran con sus Tipis., parecían unas casas con paja... Secaban los pescados en una vara y lo asaban en una roca negra.
-Nosotros tampoco hemos tenido suerte con los peces. Hay muy pocos en el rio- dijo la muchacha
-¿Cómo te llamas? No se tu nombre- sonrojándose un poco
-Me llamo Luna Sonriente-
-Yo me llamo Pluma Ligera. Yo puedo ayudarlos con la pesca. Del otro lado del rio puede haber más pescados- dijo el muchacho esperanzado.
Después de ver el campamento. Luna Ligera lo llevo a una tienda donde podía descansar. Allí vivía su abuelo y hermanos. No habría problemas.
-Él es amigo. Viene de lejos-
-No hay problema. Hay espacio en la tienda-\
Pluma Ligera durmió profundamente. A primera hora de la mañana ya Luna Sonriente le había puesto labores de trabajo.
-Como te manejas bien con esa nave, sería bueno que nos consiguieras comida.
Pluma Ligera asintió. Tanteo el territorio, y navego  rio abajo y decidió pescar lanzando la carnada.
Había bastantes peces, y muchísimos salomones. Llevo una gran cantidad en una cesta.
Al regresar todos estaban impresionados por la cantidad de peces.
-¿Dónde los conseguiste?- pregunto un muchacho joven que permanecía al lado de Luna Sonriente.
-Rio abajo- dijo sonriendo
-¿Podemos acompañarte algún día?- Pregunto el muchacho
-Por supuesto, y les puedo enseñar como hacer las naves también- dijo riéndose
Pluma Ligera se sentía muy feliz ya que era aceptado por la comunidad. Les enseño a los más jóvenes a construir sus propias canoas, y como remarlas en el rio.
Pasaron los años, y la simpatía entre Luna Sonriente y él se convirtió en amor, y decidieron formar una familia.
-¿No extrañas a tu familia?- le pregunto un día Luna Sonriente
-Sí, Sobre todo a mi madre-
-Han pasado cinco años. Sé que las casas rodantes se están trasladando a las planicies. Hay búfalos todavía, pero sé que  esa gente tiene unas armas que escupen fuego y son muy dañinos- dijo la muchacha acariciando a su hijo.
-Pero, ni siquiera tengo idea donde podrán estar. Ellos son nómadas- dijo Pluma Ligera con duda.
-Mi hermano va ir a las planicies. Va hacer negocios de intercambio con Búho Sonriente- dijo la mujer.
-Todavía  vive- dijo pensativo
-Deberías acompañarlo, y así le avisas a tu familia y a tu gente-
Al día siguiente Pluma Ligera hablo con el hermano de Luna Sonriente y lo acompaño.
-¿Sabes montar el caballo? – le pregunto riendo
-Claro. Ya aprendí.
Fueron a caballo por una semana acampando en sitios seguros de animales. El hermano de Luna Sonriente se conocía bien el terreno hasta que llegaron a la comunidad de Pies Negros, y fue allí que Pluma Ligera se enfrentó a Búho Sonriente y el Chaman que estaba más viejo.
-¿Pluma Ligera? ¿Eres tú?- preguntó  Búho Sonriente
-¿Qué hace el aquí? No eres bienvenido muchacho. Mañana nos vamos. Esas casas rodantes vienen pronto, y no hay muchos búfalos- dijo con rabia Águila Roja.
-Los podemos ayudar, y serán bienvenido a nuestra comunidad, pero nosotros no somos cazadores- dijo el muchacho.
-Veo que te ha ido bien- dijo con simpatía Búho Sonriente.
-Decisión tomada. No hay casi búfalos, y esos hombres blancos nos están pisando los talones. Ve y dile la comunidad que recojan los Tipis que nos vamos a un lugar más seguro-
Águila Roja fue a regañadientes. Ya estaba viejo, y pocos lo escuchaban.
Búho Sonriendo se reunió con el hermano de Luna Sonriente. El muchacho le llevo maíz, y otros renglones de agricultura que no conocían los Pies Negros.
-¿Y qué quieres a cambio?-
-Unos mocasines para alegrar nuestro invierno-le respondió
-No tenemos muchos pero en la tienda de Colibrí hay bastantes todavía-
Al día siguiente recogieron todos sus Tipis, y se fueron con sus carromatos, y caballos a la otra comunidad. Fueron una semana a caballo. Los niños estaban cansados y los mayores agotados.
La comunidad de Luna Sonriente los recibió con los brazos abiertos. Les enseñaron como sobrevivir, y Pluma Ligera les mostro todos sus trucos de pesca.

Búho Sonriente y los otros miembros de la comunidad de los Pies Negros reconocieron que habían sido duros con él, y ahora le debían prácticamente la vida, pero como Pluma Ligera no guardaba rencor en su corazón trato de que se sintieran como si fuese su otra casa, y con el tiempo las dos comunidades se convirtieron en la  Nación India más sólida de Canada porque así lo recordaban las otras generaciones.

viernes, 13 de enero de 2017

LA NUEVA ATLANTIDA



Mucho se ha escrito acerca de la civilización de la Atlántida. Muchos afirman que fue fundada en conjunto con seres estelares y que lograron grandes avances en el área de la Tecnología y otras Ciencias, pero lo cierto es que la soberbia la hundió. Nadie tiene pruebas, pero lo cierto es que  en este siglo nadie ha descubierto restos de dicha prodiga civilización aunque siguen esperanzados buscando.

Con el correr de los siglos surgió otra vasta civilización. La llamaron la Nueva Atlántida. Floreció después de grandes dificultades en nuestro querido planeta, y de ello se trata esta historia.
Atravesando el estrecho de Berling encontramos una gran civilización fundada hace unos doscientos años. Sus habitantes habían aprendido a convivir y manejar adecuadamente la Ciencia y Ecología como aprendido a respetar a todos los seres vivos conviviendo con sus cualidades, defectos y diferencias.

En esta civilización no existe la Tecnología tal cual como la conocemos hoy en día. No hay computadoras, ni móviles, redes electrónicas y por supuesto no existían vías electrónicas en las comunicaciones. Los ciudadanos son  amistosos y resuelven los problemas como hacíamos nosotros en la década del 60 y 70.

Cuentan los ancianos más antiguos de la Nueva Atlántida  que su civilización fue fundada después del gran cataclismo ocurrido en nuestro Planeta. Nuestro querido Planeta Azul fue muy herido, y pasó factura a muchos al cambiar el movimiento vibratorio. Sin embargo, en ese momento histórico de cambios muchos ayudaron en germinar pequeñas semillas que posteriormente fueron los Ciudadanos que lucharon por el cuidado de nuestro querido planeta. Estos ciudadanos no olvidaron a sus maestros, y todo aquello que le enseñaron, y, en consecuencia  fundaron movimientos ecologistas para rescatar al reino vegetal, animal y sobre todo sembrar consciencia en los seres humanos que se habían perdido tanto en el camino. Fue un trabajo de semillita y de gotas, pero las plantas crecieron y nuestro Planeta pudo ser rescatado con el apoyo de nuestros  amigos estelares.

Fueron tiempos duros para la humanidad. Las luchas de poder se encontraban presente día a día, la rabia, la ira como la violencia era el pan de cada día, y trabajar en pro de la humanidad en esos momentos constituyo un gran mérito de parte de  aquellos sembradores.

Gracias a las continuas guerras, contaminación y Tecnología mal usada. Un buen día nuestro planeta  sucumbió, y los seres  humanos permanecieron en la oscuridad tecnológica. Y fue entonces que el hombre tuvo que aprender a convivir sin ella recordando con apoyo de sus mayores como era la vida en años lejanos ya que la esperanza tiene que permanecer intacta siempre.
Todas las fábricas se arruinaron, y todas aquellas empresas productoras de alimentos se pararon porque desgraciadamente los químicos estaban presentes en todos ellos. Entonces el ser humano se tuvo que ingeniar y fue necesario una limpieza del planeta. Empezaron a surgir movimientos ecologistas que enseñaron en como sembrar, y cosechar frutas y verduras sanas. Fue un trabajo arduo, pero al  no existir más fábricas las fuentes de contaminación fueron desapareciendo y las plagas presentes en la siembra fueron esfumándose. Las enfermedades no hicieron acto de presencia ya el hombre de esos tiempos tuvo que alimentarse sanamente.
Los niños aprendieron a jugar sin un móvil en la mano, los docentes tuvieron que ingeniarse nuevas estrategias de aprendizaje en las escuelas y descubrieron que el aprendizaje es más divertido en el espacio exterior, y que la solidaridad, deseos de aprender situaciones nuevas era más importante que la competencia que había sido adoptado en la antigua sociedades. Fue un proceso de cambio de más de 50 años, pero se logró el objetivo gracias al apoyo de grandes comunicadores, artistas y una nueva religión apareció. El amor hacia el universo y todo aquello que se encuentra en su entorno como a nuestros semejantes. Y fue así como se fundó la Nueva Atlántida que se convirtió en la nueva sociedad que poblaría a nuestro bello planeta azul.

Sin embargo, algunos de los  ciudadanos Atlantes vinieron después como fue el caso de la familia de Estrellita. Llegaron hace aproximadamente hace un mes huyendo de las otras zonas existentes geográficas  que se encontraban en proceso de construir un nuevo planeta habitable, y todavía existían  las pugnas entre sus habitantes.
Estrellita era una niña muy tímida de un color azabache y unos ojos verdes aceitunados. No hablaba mucho con sus compañeros de la escuela ya que había vivido terribles impresiones en su pasado y no confiaba en consecuencia en las personas.
Al llegar a la nueva Atlántida, Suarez expuso con claridad las reglas de convivencia a la nueva familia. Ellos lo aceptaron ya que pensaron que podría ser un cambio de vida para ellos. Le proporcionaron un trabajo y por supuesto Estrellita tuvo que ir a la escuela rápidamente.
Estrellita descubrió que no había espacios cerrados para estudiar, y que la escritura la aprendían en hojas de papiro. Era una lengua extraña, era como aprender un nuevo idioma. Aprendió a contar, sumar y restar con el Abaco. Eso no le costó mucho, pero el lenguaje era difícil porque su escritura era jeroglífica. En ocasiones permanecía lejos del grupo jugando con las flores y distraída con el pasar de los pájaros en el cielo.
Su profesora la observaba diariamente cerca de ella tratando de integrarla al grupo, pero ya las estrategias se le estaban acabando. Era una mujer paciente, y pensaba que algún día se adaptaría a su nuevo hogar.
Esteban la miraba con curiosidad. Ambos tenían la misma edad. Le llamaba la atención esa muchacha tan arisca, así que un decidió acercársele
-Hola Estrellita-
-¿Qué quieres? Seguro que te vienes a burlar de mi porque no se escribir y menos leer- le dijo molesta.
-Me he dado cuenta que eres muy buena en las Matemáticas. Yo soy pésimo. Apenas puedo realizar sumas complejas usando el Abaco. ¿Me podrías ayudar?-
-Tal vez-observando que los otros niños los miraban fijamente con recelo
-No te preocupes por ellos. No te conocen, pero tú tampoco le das ninguna oportunidad- le dijo Esteban con reproche.
Estrellita bajo la cabeza. Sabía que tenía razón. Tenían un mes en Atlántida, y todavía le parecía Todo tan nuevo.
-Yo te puedo ayudar con la lengua si tú me ayudas con las matemáticas, y así nos ayudamos los dos- le propuso Esteban
-Déjame pensarlo- dijo Estrellita desconfiada aunque era una manera buena de ir encajando.
Al día siguiente Estrellita vino de lo más contenta a la escuela. Su madre le había hecho un bocadillo de jamón con tomate, y un jugo de moras.
Esteban se le acerco en el almuerzo
-¿Qué trajiste para almorzar?- pregunto Esteban con curiosidad
-Un bocadillo-
-¿Bocadillo, y ese jugo es morado?- pregunto extrañado.
-Nunca has visto jugo de moras. Lo acabamos de cosechar  en el jardín. Las semillas nos lo dio mi abuelo- respondiendo con tristeza
-¡Que raro! Nunca había visto una bebida de color purpura- dijo Esteban extrañado.
-Tengo bastante, si quieres te doy un poco- le dijo Estrellita sonriendo
-Gracias. ¡Que rico! Es ácido.- dijo Esteban
-Aquí hay buen terreno para sembrar. En mi casa lo aprovechamos en lo máximo-
-Yo vivo del otro lado de la ciudad. No hay muchas áreas verdes como aquí. ¿Qué has pensado lo que propuse ayer?- le preguntó a la niña.
-Me parece buena idea. Tal vez así aprenda más rápido- dijo Estrellita aliviada.
La profesora se alegró mucho de que Estrellita había hecho amistad con Esteban. Eso podría ayudar en su rendimiento escolar así que propuso que las clases de Lengua la hiciesen en equipo.
Esteban y Estrellita se ayudaron mutuamente, y Estrellita en menos de tres meses ya dominaba el idioma y leía bien las lecturas. La profesora estaba muy contenta, y la felicito por sus esfuerzos. También había percibido que Estrellita sabía mucho de las siembras de hortalizas y frutales. No todos los habitantes sabían de ello ya que algunos Vivian en en el centro de la Ciudad y no contaban con un terreno en donde sembrar. Muchos de los alimentos lo adquirían en el mercado. Los padres de Estrellita eran afortunados. Tenían una buena siembra de hortalizas, y algunas gallinas así que nunca les faltaban huevos frescos por lo  que le propuso a Estrellita que explicase a sus compañeros todo lo referente a la siembra y cosecha de hortalizas.
Estrellita estaba muy contenta, y al volver a su casa les relato todo a sus padres.
-Como me alegro hija. Estamos muy contentos por ti, además me encanta que ya escribas el idioma. Sé que no ha sido fácil para ti, pero ya era un peligro vivir en Texas- dijo triste su padre
-Además, aquí han sido muy amables con nosotros. Tu padre tiene un buen trabajo, y la comida nunca nos falta-
-Fue buena idea venirnos. La gente peleaba por todo. Todavía extraño mucho a mi abuelo- dijo con tristeza Estrellita ya conforme
-Él decidió quedarse, y no hubo manera de convencerlo- dijo su padre
-Sin embargo le agradecemos todas las semillas que nos regaló, y los libros de agronomía y botánica. Me ayudó mucho a empezar a trabajar en nuestro nuevo hogar- dijo su madre suspirando.
-La profesora me propuso que conversase con mis compañeros acerca del  proceso de siembra y cosecha ya que muchos de ellos no saben nada de ello ya que viven en el centro, y allí no hay zonas agrícolas- dijo Estrellita
- Y, ¿Los vas ayudar?-pregunto su padre
-Si- dijo Estrellita asintiendo con la cabeza.
-¿Cuándo tienes la exposición? Se me ocurre llevarles unos bocadillos a tus compañeros- propuso su madre
- El Viernes Me encanta la idea. Ellos no conocen las moras, y por lo que veo tampoco las fresas- dijo pensativa Estrellita
-Ahora no es temporada de fresas. Es un  poco caluroso, pero tengo moras guardadas en una caja. Iba a llevarlas mañana a venderlas, pero puedo hacer una torta de moras con crema en el horno-
-Gracias mamá- dijo Estrellita brincando de alegría.
-Tenía tiempo que no la veía tan feliz- dijo la madre a su esposo
-Qué bueno que está haciendo amigos, y tenga entusiasmo por aprender- dijo con alivio el padre  de Estrellita.
Llego el día y Estrellita fue muy animada a la escuela. Sus padres la acompañaron porque llevaba mucho peso. Estrellita tenía en la mano los bocadillos y un jugo de Moras, y su madre llevaba la torta
Sus compañeros la recibieron con gran algarabía imaginándose en como disfrutarían la tarta.
La profesora se acercó a los Padres de Estrellita. No se había imaginado que Estrellita llevaría tan hermoso detalle.
-Al parecer la merienda va ser pronto. No queremos que la torta se dañe. Verdad, chicos- dijo entusiasmada la profesora.
La profesora les dio las gracias a los Padres de Estrellita por el apoyo a la escuela. Todos los padres no hacían esos detalles a la escuela. Ambos se despidieron porque tenían que trabajar.
Estrellita estaba muy contenta así que les explico a sus compañeros todo lo que sabía de la siembra y cosecha de hortalizas como de frutales. Expuso que era importante el tipo de terreno, abono que utilizasen y tomar en cuenta los factores climáticos porque había renglones agrícolas que no se daban a determinadas temperaturas.
La niña percibió que había un espacio en su escuela que se podía implementar un huerto Escolar, y los invito a realizar uno bajo su asesoría. Podrían sembrar fresas, y moras en primavera. Eran temperaturas ideales para ellas.
A sus compañeros les encantó la idea como a su profesora.
-Me parece magnifico Estrellita. Podemos realizar la actividad en el horario de experiencias de exploración del ambiente-
Después de su exposición, los muchachos merendaron. Les encanto la tarta. Nunca habían probado una tarta de moras con cremas.
-Me puedes dar la receta. Me gustaría hacer una cuando  tengamos la cosecha de Moras- dijo María.
-Por supuesto, le preguntaré a mi mamá-
La organización del huerto conto con el entusiasmo de sus compañeros. Limpiaron el terreno abonando después la tierra, y la semana entrante sembraron semillas de fresas y moras.
Estrellita tuvo que asesorarse con su  padre en cómo combatir las plagas ya que las fresas a veces son presas de algunos animalillos, y su padre le dio unas formulas ecológicas muy buenas así que no tuvieron muchos problemas con el desarrollo de la siembra.
Todos los días sus compañeros revisaban el huerto para ver cómo se desarrollaba hasta que llego el día en que salieron las primeras moras y fresas. Ese día no tuvieron clases ya que se dedicaron a cosechar todas las frutillas. Más de uno se atraganto con unas cuantas ya que no hay algo más delicioso que probar las frutillas recién cosechadas.
Realmente fue todo un éxito la implementación del huerto escolar, y Estrellita contó con el respeto, admiración y cariño de todos sus compañeros.
Las noticias volaron por toda Atlántida, y muchas familias estaban deseosos de conocer más acerca de la agricultura ya que sus hijos les llevaban las frutillas cosechadas. La familia de Estrellita fue aceptada con el tiempo y muchos hicieron amistad con ellos ya que tenían curiosidad de conocer en sus adentros como era esa familia que provenía del otro lado del mar, y la calidad humana que brindaban a todos.




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martes, 10 de enero de 2017

LOS REGALOS DE LUZ Y LUNA






El éxito de los muchachos llego a los oídos de Luz y Luna, y  se pusieron en contacto con ellos para invitarlos a su casa.
Los muchachos fueron el Domingo ya que el Sábado se lo dedicaban al Centro Comunitario.
Luz les abrió la puerta antes de que tocaban el timbre, y entraron sin preguntar mucho.
-Queríamos felicitarlos. Realmente han hecho una gran labor. Nunca pensé que llegarían tan lejos- dijo Luz con emoción.
- Y esa corona rosada que tienes en tu cabeza. ¿De dónde la sacaste?- pregunto Pedro.
-Pedro, yo no veo nada. Deja de inventar- dijo María
-Concéntrate, Luna tiene una azul-
-Yo no voy a ser mal educada. Además a veces ves unas cosas. - dijo María
-No discutan. No tiene importancia- respondió Luna seriamente.
- Queríamos informarles que nos vamos pronto a nuestro planeta de origen- dijo Luz.
-¡Tan pronto! Nos abandonan- dijo tristemente Pedro
-Estábamos  inicialmente preocupados por su planeta y sus futuras generaciones, pero veo que se van a dar cambios positivos, y se lo debemos ustedes-
-¿Nosotros?- dijo Pedro extrañado.
-Sí, gracias a ustedes las futuras generaciones ayudaran a un bienestar mayor de su querido planeta azul- dijo Luna
-Si. Esos niños crecerán y serán adultos y también pondrán su semilla en el prado- dijo Luz sonriendo.
-Y, ¿No lo volveremos a ver otra vez? – pregunto María.
- Eso va depender de ustedes, pero le tenemos unos regalos. A ti  María te regalo el Diario Estelar, y a ti Pedro los prismáticos- dijo Luna
-Pero, ¿No lo necesitan?- Pregunto María.
-Realmente podemos construir otros fácilmente con nuestra tecnología- respondió Luna.
-Yo también les traje algo. Traje estas ricas galletas. Las hice yo mismo- dijo Pedro sacando una bolsita de su morral.
-Déjame probar, Caramba están deliciosas. Voy a extrañar estos dulces- dijo Luna con nostalgia.
-Si son muy ricas. Te felicito Pedro- dijo Luz cariñosamente.
-Por cierto Luz. Lucia ha crecido muchísimo desde que hubo la lluvia de estrellas-
-Sí, le encanta los fenómenos celestes, pero cuando haya Eclipses aléjala de la ventana. Esos fenómenos emiten mucha energía y le hace daño,
-Gracias Luz-

Pedro y María estuvieron charlando toda la tarde con sus amigos. Pedro le relato acerca del huerto y como había prosperado, y María le relato sobre la excursión al centro espacial y como había fascinado a grandes y chicos. Incluso le dieron detalles de cómo habían tenido éxito sus demás compañeros en la área de letras y pintura, y de todos las creaciones que habían surgido en los talleres.
Luz  y Luna los miraban fascinados. Pareciese que ellos viviesen la emoción que transmitían los muchachos ya que rebosaban de alegría.
-No dejen sus proyectos.  Es bueno para Uds., y busquen siempre cumplir sus sueños- les recomendó Luna.

Fue una tarde muy agradable. Los muchachos se despidieron  de ellos con un gran abrazo  percatándose que se estaban diciendo adiós a grandes amigos.
-No se preocupen. Los volveremos a ver- dijo Luna con lágrimas en los ojos.
Los años pasaron, y Pedro participo por muchos tiempo en movimientos  ecologistas, especialmente trabajando con animales en riesgo en extinción. Estudio Botánica y puso en práctica todos sus conocimientos  acerca en cómo cuidar las plantas en forma ecológica, y en cuanto a María surgió como Astrónoma en un Centro Espacial de México enseñando en sus tiempos libres a niños acerca del Universo porque consideraba que eran el futuro.
De vez en cuando María y Pedro tenían contacto con Luz y Luna. Aparecían sin previo aviso en momentos de crisis en el Planeta, y estos los escuchaban. Total eran sus amigos interestelares, y los sentían como si fueran sus hermanos mayores.
Y que paso con la amistad de María y Pedro al agarrar caminos separados. Siempre estuvieron en contacto y esa linda amistad se convirtió en un lazo más profundo, pero esa si es otra historia