miércoles, 31 de marzo de 2010

El Cometa



Capitulo IV

El Cometa

Me encontré con Miguel esa noche en la pirámide del sol radiante. A medida que subíamos las escaleras de la pirámide, él me iba relatando muy emocionado la llegada del cometa a Atlántida.

-Orión, te digo que si mis cálculos no son errados, el cometa debe aparecer en cualquier momento. Lo he calculado muy bien con mi compás- me dijo explicándome todos los detalles.

- Me parece bien. Acuérdate que son muchos peldaños, debemos apresurarnos para llegar a la cúspide- le dije yo con paciencia.

En realidad en el fondo estaba muy preocupado. Sabía que en la pirámide vivía Centella, un hombre muy malhumorado y de muy mal aspecto. Era de baja estatura, moreno, con una cicatriz que le atravesaba el rostro. Yo le tenía mucho miedo. Era el maestro de la escuela, y trataba muy mal a los alumnos. Tenía un bastón con el cual golpeaba a mis compañeros cuando no se aprendían los teoremas matemáticos. Miguel era un año más que yo así que tenia la fortuna de no tropezarse con el. Dicen que la cicatriz que tenia en el rostro fue en un pleito que tuvo con Luna. Nuestro sacerdote era un hombre muy justo, generoso y sereno. Fue tal la magnitud del altercado que Luna lo marco con una lanza recién sacada de brasas, así que le marco la cara en rojo vivo. Y desde ese momento, pagaba su rabia con los pobres niños de la escuela.

Luna también dormía en uno de los dormitorios, pero Centella tenia un sueňo mas ligero, así que le sugerí a Miguel sin darle muchos detalles que fuéramos muy cuidadosos.

-Al fin llegamos. Esa escalinata me dejo exhausto- dijo Miguel con sudor en la frente.

Yo miraba a todos los lados, vigilando bien las puertas.

-¿Qué te pasa? Estas muy nervioso.- Me pregunto Miguel

- ¡No, nada! Solo hay que estar pendiente de las puertas. Allí vive Luna y Centella.

-Pero, si Luna es un pan. Nunca nos haría daño. Solo nos daría una buena reprimenda.

- Si, pero acuérdate de Centella- le dije con temor.

- Ese no es más que un viejo malhumorado- me dijo con tranquilidad Miguel

Al principio, Miguel se dedico a observar con gran placer las estrellas. Como lo estaba disfrutando. No me había dado cuenta como se divertía Miguel con el Cosmos

-¡Mira! Allí viene el cometa. Voy a graduar muy bien el acerca-estrellas. Es grandísimo, y que cola tiene-

-¡déjame ver! Es grandísimo. Va destruir la ciudad. Le dije con alarma

-No seas tonto. El cometa no va tocar la tierra. Ellos generalmente se desvían- me dijo con tranquilidad. Voy anotarlo todo en este cuaderno de apuntes. Pueden pasar años, e inclusive siglos y no aparecen otra vez.-

Realmente era todo un espectáculo observar todo el cielo estrellado con la llegada de ese cuerpo luminoso. Estuvimos media hora observándolo. Era hipnotizante.

-ahora, ¡vámonos! Se hace tarde le dije a Miguel

-déjame recoger el acerca-estrellas y esta base. Es un poco pesado- me contesto tranquilidad

Fuimos bajando la escalinata poco a poco, y de repente se sintió el ruido de un abrir y cerrar de una puerta.

-¿que pasa? – pregunte con nerviosismo

Y allí estaba, una sombra que se dirigía directamente hacia nosotros. Era nada mas ni nada menos que Centella.

-¿Que hacen Uds. por aquí? Es casi media noche. Y además tienes un acerca-estrellas. ¿De dónde lo sacaron? – preguntaba

- ¡Ten cuidado con él! Es traicionero! Le dije a mi amigo.

-Cuando los atrape, los voy a meter en el cuarto oscuro de los castigos, y pagaran su osadía – dijo a regañadientes.

_ ¡Corre, Miguel! Llévate el acerca-estrellas. Se encuentra muy cerca.

Centella venia a gran velocidad y me agarro con fuerza el brazo.

-Ahora se te quitaran las ganas de haber infringido la ley del Dios Solaris me dijo con rabia.

- No te preocupes por mí. ¡Corre!- le dije a mi amigo a gritos.

Miguel estaba desconcertado. Todo había ocurrido tan rápido.

-Lo importante es que no tenga en sus manos el acerca- estrellas. Tal vez Luna tenga piedad de nosotros le dije en un susurro.

Miguel bajo a gran velocidad por el otro lado de la Pirámide. Sabía que su amigo tenía razón. Si lo atrapaban a los dos, el castigo podía ser mayor. Ya se le ocurriría algo para rescatarlo.

Continuará…….



El sueño de Miguel

Capitulo III

El sueño de Miguel



No podía olvidarme de mi experiencia con los delfines, las sirenas, y el viejo rey Tritón. Y todavía recordaba la bellísima espada que me habían otorgado. Tenia que ir al pueblo. Iba a encontrarme con Miguel para ir a pescar mas tarde. El tenía una lancha de lo más pintoresca. La había pintado de un fondo azul con muchas estrellas. Era muy original.
El centro de Atlántida quedaba a media hora caminando. Ya mis pies me dolían, y las sandalias no me ayudaban para nada.

Al rato vi a Miguel en el pequeño puesto de pescados. No tenía buena cara. Se veía muy enfadado.
-Hola Miguel ¿ Como estas?- le dije saludándolo por el hombro
-¡apareciste! ¿Dónde estabas metido ayer? Ayer vino mucha gente, y estaba yo solo. Y para peor de los males unos ladronzuelos me robaron una caja de pescados- dijo con enfado.
-¡discúlpame! Me surgió algo. – le explique con paciencia
-Ahora no puedo construir el acerca- estrellas. Los materiales son muy caros. Y se perdió mucha mercancía- me contestó muy enfadado.
- Yo te ayudo. Tengo reunido algunos Sextos.
- Pero, ¿no los necesitas? ¿Y tu familia?- me preguntó preocupado.
Una de las cualidades de Miguel era que no solo era mi mejor amigo, sino también era muy noble. A pesar de que estaba muy molesto, se preocupaba siempre por mi bienestar.
- Lo peor de esta historia es que Luna me esta esperando esta noche para construirlo conmigo. Y como buen sacerdote de las pirámides, él es el que tiene acceso a todos los diseños de acerca-estrellas. Ahora todo eso se ha ido por el piso- me contestó con decepción.
- ¡En eso te equivocas!
-¿Qué quieres decir?- me preguntó Miguel con sorpresa.
-Mi abuelo tiene como afición construir acerca-estrellas. Y unos muy buenos. Yo diría que el tiene mas conocimiento de astronomía que el mismo Luna- le confesé en secreto.
-¿Cómo? Nunca me lo habías contado- dijo con sorpresa.
-Tú sabes que ya él es un hombre de edad, y además no esta permitido. Solo el sacerdote de la pirámide del sol resplandeciente puede construirlos- le explique con paciencia.
- Voy hablar con él esta misma tarde- le dije a Miguel
A Miguel le cambio totalmente la cara. Estaba tan emocionado que se le cayeron unos pescados de la caja que tenia al lado.
- Bueno. A trabajar. Tenemos que vender estos pescados para que compres algunos de los materiales para que construyas el acerca- estrellas- le dije cariñosamente

El resto de la tarde no se hizo tan pesada. Habíamos ganado 150 Sextos. Con eso teníamos para comprar los espejos y la madera.

Esa tarde hable con mi abuelo. Al principio estuvo muy reacio ante la idea de ayudar a Miguel. Pero como él sabía de la afición de Miguel por la astronomía, estuvo muy contento de ayudarlo.
-A lo mejor tu amigo va ser nuestro futuro astrónomo de la pirámide del sol resplandeciente. Hay que ayudar a la juventud- mi dijo con generosidad.
-Gracias, abuelo. Miguel te lo agradecerá

Esa noche, mi abuelo enseño unos planos de un diseño de un acerca- estrellas. Se veía muy antiguo.
-Este diseño es de un acerca-estrellas de un viejo sacerdote. Era de un buen amigo mío. Él ya murió pero me hizo prometer que conservará este plano. Es un acerca-estrellas muy preciso. Si aprendes a usarlo puedes calcular las distancias de estrellas lejanas y otros cuerpos celestes. Vas a tener que buscar unos espejos muy buenos, y la madera tiene que ser de pino. La madera la puedes conseguir en la carpintería, pero los espejos lo tienes que buscar en la vitralería de don Emilio. Dile que vas de mi parte, sin comentarle nada. No es bueno se entere para qué son los espejos.

Sin que Miguel se enterase, decidí por mi cuenta construir con ayuda de mi abuelo el artefacto. Se lo daría después. Seguro que se pondría muy contento.
En la madrugada cuando Miguel y yo fuimos a pescar, mi pobre amigo estaba tan ansioso que me pregunto por todo el trayecto. Sus preguntas ya me tenían atormentado.
-¿Hablaste con tu abuelo? ¿Tienen un buen diseño de acerca-estrellas? ¿Es preciso?
¿Se puede observar cuerpos celestes lejanos?
- ¡Cálmate Miguel! Este fin de semana lo tienes.
-¿Quién lo va hacer? Tu abuelo es muy viejo- me reclamó.
- Yo, pero él me va a explicar cómo hacerlo- le dije con paciencia

Ya al final de la tarde habíamos pescado suficientes peces para vender al día siguiente. Eran prácticamente las siete de la noche, y empezaba a oscurecer. Y de repente...Algo se asomó al cielo.
-¿Qué es eso? Pregunté con curiosidad.
- Es un cometa- me explicó Miguel.
- Yo nunca había visto uno de esos-
- No son muy comunes- me explicó Miguel
-Dicen que cuando aparece uno de esos, y que es mal augurio. Por lo menos eso es lo que dice mi abuelo- dije yo con preocupación.
-¡No seas tonto! Esos son supersticiones de viejos. Cuando el telescopio se encuentre listo, te enseñare que los cuerpos celestes son inofensivos- me dijo con dureza.

Nos acercamos a la orilla, y desembarcamos ubicando el pescado en una caja de madera. Miguel se la llevaría porque la despensa de su casa era más grande que la mía. Ya mañana lo venderíamos en el pueblo

Me tomo mucho esfuerzo conseguir los espejos, y la madera de pino. Pero, al final lo conseguí, y con ayuda de mi abuelo fui construyendo el acerca-estrellas. Resulto ser un artefacto muy grande. No iba a ser cómodo para manejarlo.
-Estos espejos ayudarán a Miguel a percibir las estrellas lejanas. Solo tiene que aprender a graduarlo- me dijo mi abuelo.

Al final de la noche estaba listo. Mañana no teníamos trabajo así que podía entregárselo a mi amigo. Después de desayunar fui a la casa de Miguel.
-¡Miguel. Miguel! Lo llame varias veces
-¿Que pasa?- me pregunto con impaciencia
- ¡Ven! ¡ Acércate! Le dije con insistencia.
Miguel se despidió de sus padres, y dimos la vuelta por detrás de su casa y le enseñe el acerca-estrellas. Miguel estaba sorprendido. Nunca había visto uno así. Ni siquiera Luna tenía uno tan grande.
¡Tenemos que probarlo esta noche! Según mis cálculos, el cometa puede pasar otra vez cerca de Atlántida. Se vera perfectamente en la parte alta de las pirámides- dijo con impaciencia Miguel
-¡Estas loco! Si nos atrapan, nos meten en el cuarto oscuro de la pirámide del cóndor dorado
- No me digas que te has vuelto miedoso- me dijo burlonamente Miguel.
-¡En absoluto! Yo no soy ningún cobarde- le respondí indignado.
- Entonces, nos vemos a las nueve de la noche en la pirámide del sol radiante. Es la más alta de todas.

A pesar de que estaba muy asustado, no podía dejar a Miguel solo. Estaba tan ilusionado de probar el acerca- estrellas. Solo le pedí que el Dios Solaris nos protegiera

Continuará………..

martes, 30 de marzo de 2010

El viaje al fondo del mar



Capitulo II

El viaje al fondo del mar

Apenas pude dormir en toda la noche pensando en mi encuentro con los delfines. Al día siguiente después de ayudar a mis padres en los quehaceres de la casa me dirigí a la playa, esperanzado de ver pronto a mis nuevos amigos. Me sentía un poco mal ya que no le había contado nada a Miguel. Miguel apenas tenía un año más que yo. El ya tenía 11 años y dentro de poco tiempo recibiría su piedra. Yo me preguntaba a veces que color elegiría. A mi me encantaba el azul. Pero todavía nos tocaba esperar un poco. Luna nos había enseñado que todos los Atlantes debían elegir una piedra a los 13 años, y que el mismo se lo entregaría en la ceremonia del pájaro dorado. Según Luna cada color de cada gema asignada podía marcar nuestro destino. Bueno, eso podía esperar. Yo estaba más ansioso ahora de divertirme con mis amigos los delfines.

Cuando llegue a la playa no vi nadie. Ni siquiera se veían las aletas de los delfines. Me tomaron por sorpresa cuando me llamaron con grandes chillidos.

-Orión, Orión- me llamaba Loti

-Te van oír. No hagas tanto ruido- Le conteste un poco enfadado.

- Nosotros no somos entupidos. Los demás no nos comprenden. Ellos escuchan nada más que los chillidos. Así que... ¿para qué preocuparse?- Le contesto burlonamente Loti

- Pero tú si nos puedes comprender, y eso es porque elegimos comunicarnos contigo- le dijo pacientemente Atenea

- Ven. Sujétate de mi aleta- le dijo Loti

Orión estaba encantado. Y de repente, el delfín empezó a nadar a toda velocidad y a grandes distancias. Orión sentía a veces que le faltaba aire.

-Por cierto, ¿tu sabes nadar?- le pregunto Atenea

- Claro, pero no nado a estas velocidades- le respondí retomando más aire para no ahogarme.

Atenea y Loti me llevaron a alta mar, y se detuvieron.

-ahora, toma mucho aire, nos vamos a sumergir en el fondo del mar- le dijo Atenea

-No te preocupes. No dejaremos que te ahogues- dijo Loti.

Antes de sumergirme con ellos en el fondo del mar me pareció ver una sirena.

- Atenea, Loti. ¿Qué están haciendo? El es humano. No puede respirar debajo del agua como nosotros- Le reprendió la Sirena

Yo estaba sorprendido. Indudablemente, primero unos delfines parlantes, y ahora una sirena de cabellos verdes.

-¿Quién eres? Le pregunte con amabilidad

- Me llamo Helena. Y ¿Qué haces por aquí con los delfines?

- Ellos me invitaron.

- Ya que estas aquí. Ven a visitarnos, pero no puedes contar a nadie lo que veas. Toma este caramelo. Lo necesitarás para respirar debajo del agua.- dijo Helena

Mastique el caramelo. Sabía a fresa con una mezcla de sabor a moras.

Cuando me di cuenta Helena ya se había sumergido en el fondo del mar, agarré fuertemente la aleta de Loti y me encontré a un maravilloso mundo marino.

Todos los peces nos veían sorprendidos. Los caballitos de mar pasaban muy nerviosos debajo de los corales. Podía ver peces grandes y pequeños. Desde las grandes mantarrayas, hasta los pequeñas estrellas de mar.

A lo lejos pude divisar un castillo. Dentro del castillo había muchas sirenas, un tiburón que cuidaba las puertas del palacio. Al llegar me encontré frente a frente con unos tiburones no muy amigables.

-¿Qué hace él aquí? Puede ser un plato suculento para mi cena dijo el tiburón sacando los dientes.

- Es que no oíste al rey. Teníamos que traer un humano al castillo. Y bueno, Orión apenas es un niño y se ve confiable. No creo que nos vaya a delatar. De todos modos nadie le creería- dijo Loti

- Me parece bien- cerrando las fauces y escondiendo sus grandes dientes.

Yo no salía de susto tras susto. Estaba tan impresionado que apenas hablaba.

Helena me veía con desconfianza.

-¿Qué pasa? Es que nunca has visto un niño – le conteste ya con enfado.

- He visto humanos, pero no tan pequeños. Y no entiendo porque mi padre quiere conocerte.

- A mi solo me invitaron a pasear. Todo esto ha sido una sorpresa para mí- dije protestando.

Los delfines me llevaron al palacio, y allí me encontré frente a frente con un viejo tritón de mar.

-Atenea, Loti. ¿A quién han traído? Es apenas un niño- les reclamo el rey

En ese momento apareció una bellísima sirena con cabellos dorados como el sol, con unos bellos ojos esmeralda.

- Acuérdate de la Profecía – le dijo la Sirena amablemente

- ¿Cuál? ¿A que te refieres? – protestó el rey

- Tú sabes muy bien que nuestro mundo no siempre va a estar oculto. Y si lo descubren los humanos todos vamos a desaparecer a menos que ocurra un milagro.

- ¿Y que dice la profecía? Respondió el rey

La sirena se le quedo mirando. Indudablemente al viejo rey del mar se le estaban olvidando las cosas.

-Recuerda lo que nos dijo Hermelinda. Un humano de lejanas tierras iba a luchar por nosotros y por los suyos.- Le respondió amablemente la sirena.

- ¡Y te parece que es él!- dijo el viejo Tritón.

-Todavía esta pequeño. Pero Atlántida vivirá grandes cambios. Le recordó la sirena.

Yo estaba escuchando todo. Y ya estaba un poco asustado. ¿Qué iba a pasar con Atlántida? Esto era demasiado.

-Yo vine simplemente a un paseo estos delfines. Y ahora me salen con una profecía. Es demasiado para mis 10 años- le contesté a la sirena

- ¡Tal vez nos equivocamos de niño!- dijo Atenea.

- ¡No, estoy seguro que es él! Lo vigilaremos con el tiempo- respondio Loti

De repente surgió de la nada una anguila, y amablemente me dijo:

-Toma esta espada. La necesitaras cuando seas mayor.-

Me quede observando la espada. Era preciosa. Brillaba como el sol y tenia varias piedras incrustadas. La más grande era de un color azul celeste, y las menores eran de verde manzana.

-¡Es linda! Me encanta esa piedra de color azul celeste.

-Ahora estas pequeño, pero cuando seas mayor descubrirás para que se te ha sido asignada. ¡Ahora, vete! Has permanecido mucho tiempo debajo del mar. Le respondió la Anguila

-¡Gracias a todos! Les respondí amablemente.

Me despedí de todos ellos, y los delfines me llevaron a la superficie. Tenían razón, si me quedo un tiempo mas me hubiese ahogado. Ya se me había quitado el efecto del caramelo.

-¡Adiós! No los olvidaré- les respondí a los delfines

- No te preocupes, vendremos siempre a visitarte. Estaremos siempre vigilándote.- le respondió Atenea.

Esa noche no pude dormir por todo lo acontecido. Guarde la espada en un baúl viejo, que se encontraba en mi habitación. Nadie lo descubriría. Recordé a los delfines, y a todos aquellos que conocí esta tarde. Tuve el presentimiento que había adquirido una gran responsabilidad que solo el futuro me podría revelar.

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lunes, 29 de marzo de 2010

Mis Aventuras en Atlantida




Capitulo I

Atlántida

Cuentan que en los primeros tiempos de la humanidad existió un imperio desconocido en una isla prácticamente imperceptible en los confines del mar. Muchos navegantes quisieron llegaron a ella, pero inesperadamente se perdían entre la niebla antes de llegar a esta singular isla en donde se encontraba esta misteriosa civilización.

Nuestros abuelos contaban que los navegantes de las islas cercanas oían historias de nuestra pequeña isla describiéndola como una civilización muy evolucionada. En eso no se equivocaban ya que nuestro pueblo estaba estructurado con altísimas pirámides. Pero eso era en el centro de la Ciudad.

Entre las islas próximas de nuestras tierras venían y llegaban rumores. A mi personalmente me parecían tan tontos. Decían que nuestra civilización se formó con la ayuda de seres intergalácticos. Ni que fuéramos tan estupidos.

Lo cierto es que ese rumor se corrió por todas las islas por muchos años, y trataron de invadirnos en varias ocasiones. Luna es el sacerdote y gobernante de la isla. Preocupado por la posible invasión decidió implementar un plan estratégico.

Se organizó con los otros sabios de Atlántida y utilizaron una piedra de tono amarilloso para producir una extraña niebla. Y los extraños navíos no nos molestaron más.

Yo soy Orión. Mi mejor amigo es Miguel. Todos los días pescábamos entrada la tarde, y entregábamos a nuestras familias los mejores pescados para la mesa. Miguel y yo compartíamos mucho tiempos juntos, vendíamos el pescado en el pueblo con otros víveres, y repartíamos las ganancias entre los dos para distribuirlo equitativamente con nuestras familias.

Sin embargo, yo tenia un secreto, que no había divulgado ni siquiera a Miguel. Era amigo de dos delfines. Uno de los delfines se llamaba Atenea, y el otro Loti. Todo ocurrió una mañana cuando paseaba por la orilla de la playa.

-¡hola!- …….se oyó una voz en la lejanía con un pequeño chapoteo.
Yo volví la cara, y no vi nada. Y oí otra vez el chapoteo. Pero esta vez escuche más claramente
-¡hola! Es contigo- dijo un pequeño delfín.
Estaba sorprendido. Vi dos delfines chapoteando cerca de la orilla de la playa. No había cerrado la boca cuando habló otra vez.
-Me llamo Atenea. ¿Y tú?- dijo uno de los delfines.
- Orión.- Le respondí prácticamente aterrorizado.
- Yo me llamo Loti- dijo el otro delfín chapoteando.
Ahora si estaba más extrañado, estos delfines hablaban. Decidí pellizcarme para percatarme que no estaba alucinando.
-¿Como se llama ese lugar?- Preguntó el más pequeño de los delfines.
- Atlántida.
- Que nombre tan raro- dijo burlonamente Atenea.
- ¿Qué tiene de extraño?- le respondí con indignación.
- Nuestro mundo si tiene un nombre significativo. Se llama Aquae, y en el nos refugiamos todos los seres marinos, y la protegemos y cuidamos siempre, en especial a nuestras amigas sirenas.
- ¡Sirenas! – repetí varias veces con extrañeza.
-Yo te dije que no podíamos confiar en los humanos. Ten mucho cuidado_ dijo Atenea con desconfianza.
- ¡No te preocupes!- le respondió Orión.- Nadie va a creer que conocí a unos delfines que hablan. Me van a creer loco.
- Tienes razón – Dijo Atenea.
- Por cierto, ¿Por que tu pueblo se llama Atlántida?- le pregunto Loti
- Muy simple. Nuestra isla se encuentra en el océano Atlántico. Pero nadie conoce su ubicación. Los Atlantes le tenemos desconfianza a los extraños así que cuando se acerca un navío nos escondemos en una espesa niebla.
_Muy sabio de su parte_ respondió Atenea. Nosotros tampoco nos gusta que sepan mucho de nosotros.
-Entonces, estamos a mano- le respondió Orión con sutileza.
- Mira, niño. Mañana vendremos a visitarte, y si quieres te damos un paseo. Claro, si no te da miedo nadar con nosotros- le dijo burlonamente Loti
-¡Miedo! Yo prácticamente nací en las aguas- le dije indignado.
-Bueno, te esperamos mañana- le contesto el pequeño Delfín, alejándose de las orillas del mar.
Mientras se alejaban Atenea le reclamaba a Loti.
-¿Te parece prudente hacer amistad con el? –
- Tarde o temprano teníamos que hacer amistad con los humanos. No podemos escondernos. – le respondió Loti.
- ¡Confiare en ti, pero no estoy muy segura!- Le respondió el delfín.

Atenea y Loti se alejaron, sumergiéndose en el fondo del mar. Orión los diviso a la distancia preguntándose que pasaría el día de mañana.

viernes, 26 de marzo de 2010

La tortuga miedosa





Cuentan que en un lindo jardín se escondía una tortuga casi del tamaño de un morrocoy. Se escondía detrás de un gran naranjal, debajo de un rosal que cultivaba la dueña del jardín. A pesar de que la dueña del jardín venía todos los días a regar a sus flores y a podarlas de vez en cuando nunca se percato de la existencia de esta peculiar tortuga. La pobre era tan miedosa, tan miedosa, que le asustaban las gotas de la lluvia y la visita del picaflor que venía todas las mañanas a chupar el néctar de las flores. Y ni que decir, de las ardillas que habitaba en el naranjal, y el pájaro carpintero que se asomaba en las mañanas. Todos los niños de la cuadra venían en la tarde a ver el naranjal ya que le encantaban ver las ardillas pasar correteando por el jardín.

Un buen día uno de los niños vio la tortuga y se enamoro de ella. La pobre cuando lo vio, se asusto tanto que se metió en su caparazón y no salio de el hasta que el niño le dio unas ricas cayenas. Cuando se dio cuenta no estaba en el jardín. Y se dijo a si misma: Me han secuestrado, ya no estoy cerca de mi naranjal y además extraño mucho a mis amigas las ardillas, aunque nunca les dije cuanto las apreciaba. Y así que se metió en su caparazón y no salio de allí. La pobre se sentía tan triste porque extrañaba a su jardín ya que a pesar de todo era su hogar.

Pedrito, no entendía porque la tortuga no salía de su caparazón. Este le proporcionaba las cayenas más ricas de los matorrales que se encontraban cerca de su casa, pero nada, ella no salía del caparazón. Pedrito se decía: Esta tortuga como que es bien miedosa. Pero es tan linda, es de un color verde esmeralda. Me encantaría quedarme con ella. Pedrito se acordó que cerca de su jardín vivía un morrocoy. El era una morrocoy solitario y apenas se asomaba debajo de la tierra. Sus flores favoritas eran las cayenas. Y le encantaban cuando Pedrito se las daba. Así que tomo a Manchitas, así lo llamaba con cariño, y lo acerco a la tortuga, y se fue sigilosamente a su casa, asomándose discretamente a la ventana. Pensaba: Yo soy muy grande para ellos, a los mejor se asustan. Manchitas en cuanto la vio fue directamente hacia ella. Nunca había visto una tortuga tan linda. La tortuga al sentir unos pasos que no eran humanos se asomo ligeramente de su caparazón, y que sorpresa, era un animal igual a ella, así con mas curiosidad que vergüenza asomo su cabeza.

Pronto la tortuga y el morrocoy se hicieron muy amigos. Y el morrocoy la paseaba todas las mañanas por el jardín enseñándole todas las mañanas los matorrales de cayenas y los rosales del jardín. Y la tortuga fue perdiendo el miedo, y disfrutaba de los encantos de las hormigas, abejas, bachacos y mariposas que venían todas las mañanas. Pero no todo era seguro en el jardín. Cerca de allí, en la casa de al lado habitaban un perro no muy grande, pero lo suficiente para hacerle daño a los más pequeños. Entonces, un día el perro se acerco al jardín y vio a la tortuga y quiso hacer su agosto con la pobre. Ya le pensaba dar con la pata a la pobre para molestarla. Pero no contaba con la presencia cercana de Manchitas. Y sin darse cuenta, de repente el morrocoy le proporciono una gran mordida a la cola del perro y este salio aullando por toda la calle sin parar. Y dicen, que las mordidas de morrocoy son muy duras. Así que la tortuguita se sintió tan protegida con Manchitas que se atrevió a disfrutar de todo lo que le ofrecía el mundo fuera de su caparazón. Y le pareció tan bonito, tan bonito, que ya no extrañaba su casa, porque tenía un buen amigo con ella, que la cuidaba y la quería muchísimo. Ya no se sentía sola. Y era muy feliz, y el miedo se le fue desapareciendo poco a poco. Y por supuesto, ya el morrocoy no se enterraba en la tierra porque disfrutaba de la compañía de su amiga la tortuga. Por eso dicen que los amigos son muy importantes porque juntos pueden superar los temores más agudos.

jueves, 25 de marzo de 2010

El León Gritón




Cuentan que en una pequeña isla vivían muchos animales. Aunque pareciera extraño, todos se llevaban muy bien desde el tigre más feroz hasta la iguana más pequeña.
Pero resulta que vivía en esta isla un león tan gritón, tan gritón que tenia atormentado a todos los animales con sus rugidos.
Un buen día regresaban los pelícanos de la playa cuando Leo decidió saludarlas:
-¡Hola Blanquita!................! ¡Hola!- las llamo otra vez.
-Hola Leonardo. No tienes que gritar tanto. Nosotras te escuchamos- dijo Blanquita alejándose del pobre león.
- ¿Por qué se van? ¿Es que están sordas? Quieren venir conmigo. Conozco un buen lugar donde hay unos ricos peces.- les dijo Leonardo
- Con esa gritería espantarías a todos los peces- le dijeron los pelicanos a regañadientes.

Lo cierto es que Leonardo no entendía porque los animales no compartían con él. El era amigable con ellos. A las iguanas les enseñaba donde estaban las mejores malezas, a los pajarillos donde estaban los arboles con las ramas más altas, y a los tigres donde se encontraban las cebras que ningún felino quería.
Un buen día vio a todos los animales reunidos. Oyó que iban hacer una gran fiesta ya que era el cumpleaños de María, la Tortuga más vieja de la isla.
-¡ allí viene Leonardo! Dijo con fastidio la Iguana
-Seguro que se enteró que vamos a celebrar el cumpleaños de María y quiere venir, pero yo no lo soporto más. Siempre esta gritando. Así no nos podremos divertir_ dijo malhumorada una pequeña ardilla.
Leonardo ya venía en camino, y empezó a gritar rugiendo fuertemente.
-¡Hola! Sé que van a celebrar el cumpleaños de María. ¿Puedo ir?- gritando muy emocionado
Los animales lo ignoraron completamente y se alejaron sin tomarlo en cuenta. Esto entristeció más a Leonardo.
_Bueno me iré a mi cueva. ¡No entiendo porque no me quieren!_ pensaba Leonardo
En ese momento paso una hormiguita, y se acercó a Leonardo y como lo vio tan acongojado trato de consolarlo
-¿Qué te pasa amigo? -Le preguntó la hormiguita amablemente
-¡ Nada…! Rugiendo con mucha rabia- Ahora los animales no quieren compartir conmigo, y ni siquiera me invitan a sus cumpleaños. – dijo el león.
-No te has dado cuenta que gritas un poco…. A nadie le gusta eso, además asustas a los animales mas pequeños como las ardillas, y las pobres tortugas.- le dijo la hormiguita
-¡No lo había pensado!- dijo el León. De hoy en adelante voy a gritar menos-
-Ojala amigo, porque a nadie le gusta que le griten, y menos de un animal tan fiero como tu- le dijo amablemente la hormiguita.
El pobre león salió de su cueva con la simpática hormiguita.
-Por cierto. ¿Cómo te llamas? – le pregunto gentilmente el león.
-Me llamo minusita
-Ven, Te invito a que me acompañes. Conozco un sitio donde viven unas abejas y tienen una rica miel, y a lo mejor te puede gustar.
Leonardo se acordó de no hacer mucho ruido porque así las abejas se darían cuenta. Así que fueron sigilosamente. Había una cantidad de miel derramada en el piso. Minusita estaba muy contenta. Y se deleito saboreándola.
-¡Mira…amiga! Leonardo ya no está gritando dijo una iguana.
- Parece que ya se le quitó esa costumbre dijo un colibrí.
En ese momento paso María por la orilla de la playa, y se percató que Leonardo conversaba amablemente, y sin gritar a los animales pequeños de la isla.
-¡oye Leonardo! Si quieres, vienes a mi cumpleaños. Yo no creo que se molesten los animales- dijo la vieja tortuga.
-Gracias…Gracias- decía Leonardo con alegría.
- ¡Que bueno! Podré compartir con ellos otra vez, y hacer nuevos amigos- pensando en lo bien que lo iba a pasar en la fiesta
El día de la fiesta la cebra, la iguana, y los otros animales lo vieron con desconfianza.
-¿Qué hace él aquí?- dijo una leona mostrando sus dientes
-¡No se preocupen! El ya no va a gritar más- dijo amablemente la tortuga.
-¡Qué bueno! Ya estaba al borde de un colapso con sus gritos- dijo una pequeña ardilla, que era un poco nerviosa.
Y así Leonardo aprendió que se puede convivir sin necesidad de estar gritando y rugiendo todo el tiempo. Y a partir de entonces lo invitaron a todos los cumpleaños de todos los animales, y como Leonardo era además un animal muy generoso les traía siempre excelentes regalos a los cumpleañeros, y no solo eso, le gustaba cantar y bailar, así que era el alma de la fiesta y todos disfrutaban siempre de su compañía. Y colorín colorado este cuento ha terminado.

domingo, 21 de marzo de 2010

La Literatura infantil


La literatura infantil es de gran importancia en la formulación de los niños pequeños. A través de ella se logra de una forma divertida una adecuada formacion en valores utilizando elementos de fantasía y que sean de interés para estos.

Desde que los niños son pequeños siempre han mostrado interés por escuchar historias y cuentos. A través de ellos se transportan en un mundo de fantasía, y viajan a lugares nunca imaginados. Es muy importante que el muy adulto le lea cuentos historias a los niños porque no solo aumenta su vocabulario sino desarrollan gradualmente interés por la lectura, y es esencial para la formulación de un futuro lector.

Mucho se ha dicho que no es fácil escribir cuentos para niños, pero esencialmente solo es necesario conocer en como siente, y como late su corazón. Los niños pequeños manifiestan interés por los animales y cuentos de misterio de magia. Si sabemos llegar a ellos, cualquier se puede aventurar a escribir al maravillo publico infantil