Capitulo III
El sueño de Miguel
No podía olvidarme de mi experiencia con los delfines, las sirenas, y el viejo rey Tritón. Y todavía recordaba la bellísima espada que me habían otorgado. Tenia que ir al pueblo. Iba a encontrarme con Miguel para ir a pescar mas tarde. El tenía una lancha de lo más pintoresca. La había pintado de un fondo azul con muchas estrellas. Era muy original.
El centro de Atlántida quedaba a media hora caminando. Ya mis pies me dolían, y las sandalias no me ayudaban para nada.
Al rato vi a Miguel en el pequeño puesto de pescados. No tenía buena cara. Se veía muy enfadado.
-Hola Miguel ¿ Como estas?- le dije saludándolo por el hombro
-¡apareciste! ¿Dónde estabas metido ayer? Ayer vino mucha gente, y estaba yo solo. Y para peor de los males unos ladronzuelos me robaron una caja de pescados- dijo con enfado.
-¡discúlpame! Me surgió algo. – le explique con paciencia
-Ahora no puedo construir el acerca- estrellas. Los materiales son muy caros. Y se perdió mucha mercancía- me contestó muy enfadado.
- Yo te ayudo. Tengo reunido algunos Sextos.
- Pero, ¿no los necesitas? ¿Y tu familia?- me preguntó preocupado.
Una de las cualidades de Miguel era que no solo era mi mejor amigo, sino también era muy noble. A pesar de que estaba muy molesto, se preocupaba siempre por mi bienestar.
- Lo peor de esta historia es que Luna me esta esperando esta noche para construirlo conmigo. Y como buen sacerdote de las pirámides, él es el que tiene acceso a todos los diseños de acerca-estrellas. Ahora todo eso se ha ido por el piso- me contestó con decepción.
- ¡En eso te equivocas!
-¿Qué quieres decir?- me preguntó Miguel con sorpresa.
-Mi abuelo tiene como afición construir acerca-estrellas. Y unos muy buenos. Yo diría que el tiene mas conocimiento de astronomía que el mismo Luna- le confesé en secreto.
-¿Cómo? Nunca me lo habías contado- dijo con sorpresa.
-Tú sabes que ya él es un hombre de edad, y además no esta permitido. Solo el sacerdote de la pirámide del sol resplandeciente puede construirlos- le explique con paciencia.
- Voy hablar con él esta misma tarde- le dije a Miguel
A Miguel le cambio totalmente la cara. Estaba tan emocionado que se le cayeron unos pescados de la caja que tenia al lado.
- Bueno. A trabajar. Tenemos que vender estos pescados para que compres algunos de los materiales para que construyas el acerca- estrellas- le dije cariñosamente
El resto de la tarde no se hizo tan pesada. Habíamos ganado 150 Sextos. Con eso teníamos para comprar los espejos y la madera.
Esa tarde hable con mi abuelo. Al principio estuvo muy reacio ante la idea de ayudar a Miguel. Pero como él sabía de la afición de Miguel por la astronomía, estuvo muy contento de ayudarlo.
-A lo mejor tu amigo va ser nuestro futuro astrónomo de la pirámide del sol resplandeciente. Hay que ayudar a la juventud- mi dijo con generosidad.
-Gracias, abuelo. Miguel te lo agradecerá
Esa noche, mi abuelo enseño unos planos de un diseño de un acerca- estrellas. Se veía muy antiguo.
-Este diseño es de un acerca-estrellas de un viejo sacerdote. Era de un buen amigo mío. Él ya murió pero me hizo prometer que conservará este plano. Es un acerca-estrellas muy preciso. Si aprendes a usarlo puedes calcular las distancias de estrellas lejanas y otros cuerpos celestes. Vas a tener que buscar unos espejos muy buenos, y la madera tiene que ser de pino. La madera la puedes conseguir en la carpintería, pero los espejos lo tienes que buscar en la vitralería de don Emilio. Dile que vas de mi parte, sin comentarle nada. No es bueno se entere para qué son los espejos.
Sin que Miguel se enterase, decidí por mi cuenta construir con ayuda de mi abuelo el artefacto. Se lo daría después. Seguro que se pondría muy contento.
En la madrugada cuando Miguel y yo fuimos a pescar, mi pobre amigo estaba tan ansioso que me pregunto por todo el trayecto. Sus preguntas ya me tenían atormentado.
-¿Hablaste con tu abuelo? ¿Tienen un buen diseño de acerca-estrellas? ¿Es preciso?
¿Se puede observar cuerpos celestes lejanos?
- ¡Cálmate Miguel! Este fin de semana lo tienes.
-¿Quién lo va hacer? Tu abuelo es muy viejo- me reclamó.
- Yo, pero él me va a explicar cómo hacerlo- le dije con paciencia
Ya al final de la tarde habíamos pescado suficientes peces para vender al día siguiente. Eran prácticamente las siete de la noche, y empezaba a oscurecer. Y de repente...Algo se asomó al cielo.
-¿Qué es eso? Pregunté con curiosidad.
- Es un cometa- me explicó Miguel.
- Yo nunca había visto uno de esos-
- No son muy comunes- me explicó Miguel
-Dicen que cuando aparece uno de esos, y que es mal augurio. Por lo menos eso es lo que dice mi abuelo- dije yo con preocupación.
-¡No seas tonto! Esos son supersticiones de viejos. Cuando el telescopio se encuentre listo, te enseñare que los cuerpos celestes son inofensivos- me dijo con dureza.
Nos acercamos a la orilla, y desembarcamos ubicando el pescado en una caja de madera. Miguel se la llevaría porque la despensa de su casa era más grande que la mía. Ya mañana lo venderíamos en el pueblo
Me tomo mucho esfuerzo conseguir los espejos, y la madera de pino. Pero, al final lo conseguí, y con ayuda de mi abuelo fui construyendo el acerca-estrellas. Resulto ser un artefacto muy grande. No iba a ser cómodo para manejarlo.
-Estos espejos ayudarán a Miguel a percibir las estrellas lejanas. Solo tiene que aprender a graduarlo- me dijo mi abuelo.
Al final de la noche estaba listo. Mañana no teníamos trabajo así que podía entregárselo a mi amigo. Después de desayunar fui a la casa de Miguel.
-¡Miguel. Miguel! Lo llame varias veces
-¿Que pasa?- me pregunto con impaciencia
- ¡Ven! ¡ Acércate! Le dije con insistencia.
Miguel se despidió de sus padres, y dimos la vuelta por detrás de su casa y le enseñe el acerca-estrellas. Miguel estaba sorprendido. Nunca había visto uno así. Ni siquiera Luna tenía uno tan grande.
¡Tenemos que probarlo esta noche! Según mis cálculos, el cometa puede pasar otra vez cerca de Atlántida. Se vera perfectamente en la parte alta de las pirámides- dijo con impaciencia Miguel
-¡Estas loco! Si nos atrapan, nos meten en el cuarto oscuro de la pirámide del cóndor dorado
- No me digas que te has vuelto miedoso- me dijo burlonamente Miguel.
-¡En absoluto! Yo no soy ningún cobarde- le respondí indignado.
- Entonces, nos vemos a las nueve de la noche en la pirámide del sol radiante. Es la más alta de todas.
A pesar de que estaba muy asustado, no podía dejar a Miguel solo. Estaba tan ilusionado de probar el acerca- estrellas. Solo le pedí que el Dios Solaris nos protegiera
Continuará………..
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