Capitulo I
Atlántida
Cuentan que en los primeros tiempos de la humanidad existió un imperio desconocido en una isla prácticamente imperceptible en los confines del mar. Muchos navegantes quisieron llegaron a ella, pero inesperadamente se perdían entre la niebla antes de llegar a esta singular isla en donde se encontraba esta misteriosa civilización.
Nuestros abuelos contaban que los navegantes de las islas cercanas oían historias de nuestra pequeña isla describiéndola como una civilización muy evolucionada. En eso no se equivocaban ya que nuestro pueblo estaba estructurado con altísimas pirámides. Pero eso era en el centro de la Ciudad.
Entre las islas próximas de nuestras tierras venían y llegaban rumores. A mi personalmente me parecían tan tontos. Decían que nuestra civilización se formó con la ayuda de seres intergalácticos. Ni que fuéramos tan estupidos.
Lo cierto es que ese rumor se corrió por todas las islas por muchos años, y trataron de invadirnos en varias ocasiones. Luna es el sacerdote y gobernante de la isla. Preocupado por la posible invasión decidió implementar un plan estratégico.
Se organizó con los otros sabios de Atlántida y utilizaron una piedra de tono amarilloso para producir una extraña niebla. Y los extraños navíos no nos molestaron más.
Yo soy Orión. Mi mejor amigo es Miguel. Todos los días pescábamos entrada la tarde, y entregábamos a nuestras familias los mejores pescados para la mesa. Miguel y yo compartíamos mucho tiempos juntos, vendíamos el pescado en el pueblo con otros víveres, y repartíamos las ganancias entre los dos para distribuirlo equitativamente con nuestras familias.
Sin embargo, yo tenia un secreto, que no había divulgado ni siquiera a Miguel. Era amigo de dos delfines. Uno de los delfines se llamaba Atenea, y el otro Loti. Todo ocurrió una mañana cuando paseaba por la orilla de la playa.
-¡hola!- …….se oyó una voz en la lejanía con un pequeño chapoteo.
Yo volví la cara, y no vi nada. Y oí otra vez el chapoteo. Pero esta vez escuche más claramente
-¡hola! Es contigo- dijo un pequeño delfín.
Estaba sorprendido. Vi dos delfines chapoteando cerca de la orilla de la playa. No había cerrado la boca cuando habló otra vez.
-Me llamo Atenea. ¿Y tú?- dijo uno de los delfines.
- Orión.- Le respondí prácticamente aterrorizado.
- Yo me llamo Loti- dijo el otro delfín chapoteando.
Ahora si estaba más extrañado, estos delfines hablaban. Decidí pellizcarme para percatarme que no estaba alucinando.
-¿Como se llama ese lugar?- Preguntó el más pequeño de los delfines.
- Atlántida.
- Que nombre tan raro- dijo burlonamente Atenea.
- ¿Qué tiene de extraño?- le respondí con indignación.
- Nuestro mundo si tiene un nombre significativo. Se llama Aquae, y en el nos refugiamos todos los seres marinos, y la protegemos y cuidamos siempre, en especial a nuestras amigas sirenas.
- ¡Sirenas! – repetí varias veces con extrañeza.
-Yo te dije que no podíamos confiar en los humanos. Ten mucho cuidado_ dijo Atenea con desconfianza.
- ¡No te preocupes!- le respondió Orión.- Nadie va a creer que conocí a unos delfines que hablan. Me van a creer loco.
- Tienes razón – Dijo Atenea.
- Por cierto, ¿Por que tu pueblo se llama Atlántida?- le pregunto Loti
- Muy simple. Nuestra isla se encuentra en el océano Atlántico. Pero nadie conoce su ubicación. Los Atlantes le tenemos desconfianza a los extraños así que cuando se acerca un navío nos escondemos en una espesa niebla.
_Muy sabio de su parte_ respondió Atenea. Nosotros tampoco nos gusta que sepan mucho de nosotros.
-Entonces, estamos a mano- le respondió Orión con sutileza.
- Mira, niño. Mañana vendremos a visitarte, y si quieres te damos un paseo. Claro, si no te da miedo nadar con nosotros- le dijo burlonamente Loti
-¡Miedo! Yo prácticamente nací en las aguas- le dije indignado.
-Bueno, te esperamos mañana- le contesto el pequeño Delfín, alejándose de las orillas del mar.
Mientras se alejaban Atenea le reclamaba a Loti.
-¿Te parece prudente hacer amistad con el? –
- Tarde o temprano teníamos que hacer amistad con los humanos. No podemos escondernos. – le respondió Loti.
- ¡Confiare en ti, pero no estoy muy segura!- Le respondió el delfín.
Atenea y Loti se alejaron, sumergiéndose en el fondo del mar. Orión los diviso a la distancia preguntándose que pasaría el día de mañana.
hola he llegado hasta este blog de casualidad!!! un blog por capítulos!!! así que nada al primero que me fui a leer... espero que me de tiempo a alcanzarte aunque seguro siempre iré por detrás
ResponderEliminarun saludo
Espero que te gusten mis pequenas historias.
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