viernes, 24 de junio de 2016

LUCESITA




Desde que recuerdo Lucecita siempre había sido mi amiga. Vino inesperadamente una tarde calurosa de Agosto con su traje escarchado y sus luces de colores. Ese día me encontraba jugando en el Jardín sembrando una mata de Mango. Mi Jardín era mi lugar especial. Había sembrado flores con ayuda de mi mamá en Primavera y en menos de tres meses se habían vestido con frondosos colores. Indudablemente me entendía muy bien con las plantas.
-¿Te ayudo?- me pregunto guiñándome un ojo.
- Si quieres. …Déjame echarle un  poco de tierra a esta semilla. Necesitará espacio para crecer. Menos mal que mi Jardín es amplio.
Curiosamente la niña le echo un poco de escarcha a la tierra, y acto siguiente la tierra se tornó de un olor a humedad con tonos de caramelo.
-¿Eso es magia?- le pregunte
-Ese será nuestro secreto- me dijo sonriendo.
¿Cómo te llamas? –
Lucecita.
-Te queda muy bien. Me encanta tu vestido y ese cintillo de colores.
Desde ese día nos hicimos muy buenas amigas, y Canela la quería mucho. Desde que la vio le trajo su pelota favorita para que jugase con él.
-¡Vaya! Le caíste muy bien. Mi perro no se da fácilmente con nadie. Qué bueno…así nos divertiremos mucho juntas.

Lucecita y yo pasábamos mucho tiempo juntas e incluso me acompañaba a la escuela, y así soportaba con más tolerancia las burlas de los niños más grandes. Siempre me fastidiaban ya que era muy delgada.
Sin embargo noté desde el principio algo muy curioso. Nadie podía verla, pero eso no me importo ya que nos teníamos un profundo afecto.
Mis padres se preocuparon porque me oían jugando conversando con otra niña. Al principio creían que había hecho una nueva amiga y jugaba con ella en el jardín.
-Hija, ¿Por qué hablas sola?- me decía mi madre.
- No estoy sola. Estoy con mi amiga Lucecita.
Mis padres querían llevarme a un médico, pero mi abuela intervino y les dijo a mis padres que me dejasen tranquila ya que era parte de mi niñez.
Lucecita fue también un gran apoyo. Cuando murió Canela, me encontraba inconsolable, y ella me mostro una puerta mágica por donde se iban los seres queridos cuando morían. Era bellísimo. Vi cómo se fue Canela corriendo acompañado de unos seres brillantes con  otros animales tales como Paraulatas, tortugas, perros y un precioso gato gris.
-No les puedes decir nada a tus papas-
-De todos modos no me creerían-
Lucecita me acompañaba y me apoyaba en los momentos más difíciles. Estuvo allí cuando aprendí a nadar, y cuando participe en una carrera de Bicicletas. Fue muy duro. Había niños muy tramposos, y casi me caigo por un empujón que me dio Julián al llegar por una curva. No sé cómo no paso nada. Pienso que tuvo algo que ver Lucecita. Siempre estaba cerca. Me gane un ramillete de flores, y le di en el parque la mitad a mi amiga.
-Huelen rico. Huelen a ti- le dije
-¡Que cómica eres!  Je...je...

Pasaron los años y conocí a Carlos en la secundaria. Pasábamos mucho tiempo juntos. Sin embargo nunca me olvide de Lucecita. La invitaba a salir con nosotros. A Lucecita le encantaba el helado de Chocolate, y bueno Carlos nunca le importo mi ocurrencia de mi amiga imaginaria.
Un día Lucecita me dijo que tenía visitar a otro niño, y acompañarlo también un tiempo como había hecho conmigo.
Esa noche llore muchísimo. No me quería separar de mi amiga.
-¡No estés triste! Tal vez nos veamos en otro momento.
-¿Que voy hacer sin ti? Me encanta tu magia, como te apareces y desapareces, y tus bellas luces de colores-
- Ya no eres una niña, estas conociendo la magia más poderosa que hay en el Universo.
-¿Cuál?
-La magia del amor. Te ira muy bien.-
Nos dimos un gran abrazo de despedida, y se fue por su puerta mágica persiguiendo un Arcoíris eterno.
Con el tiempo me case e hice una vida con Carlos, y en ocasiones me pregunto ya  que soy mayor con hijos.

¿Era Lucecita realmente una amiga imaginaria o un angelito que me visitó en mi niñez?

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