Desde que
recuerdo Lucecita siempre había sido mi amiga. Vino inesperadamente una tarde
calurosa de Agosto con su traje escarchado y sus luces de colores. Ese día me
encontraba jugando en el Jardín sembrando una mata de Mango. Mi Jardín era mi
lugar especial. Había sembrado flores con ayuda de mi mamá en Primavera y en menos de tres meses se habían vestido
con frondosos colores. Indudablemente me entendía muy bien con las plantas.
-¿Te ayudo?- me
pregunto guiñándome un ojo.
- Si quieres. …Déjame
echarle un poco de tierra a esta semilla.
Necesitará espacio
para crecer. Menos mal que mi Jardín es amplio.
Curiosamente la niña
le echo un poco de escarcha a la tierra, y acto siguiente la tierra se tornó de
un olor a humedad con tonos de caramelo.
-¿Eso es magia?-
le pregunte
-Ese será nuestro
secreto- me dijo sonriendo.
¿Cómo te llamas?
–
Lucecita.
-Te queda muy
bien. Me encanta tu vestido y ese cintillo de colores.
Desde ese día
nos hicimos muy buenas amigas, y Canela la quería mucho. Desde que la vio le
trajo su pelota favorita para que jugase con él.
-¡Vaya! Le caíste
muy bien. Mi perro no se da fácilmente con nadie. Qué bueno…así nos
divertiremos mucho juntas.
Lucecita y yo pasábamos
mucho tiempo juntas e incluso me acompañaba a la escuela, y así soportaba con más
tolerancia las burlas de los niños más grandes. Siempre me fastidiaban ya que
era muy delgada.
Sin embargo noté
desde el principio algo muy curioso. Nadie podía verla, pero eso no me importo
ya que nos teníamos un profundo afecto.
Mis padres se
preocuparon porque me oían jugando conversando con otra niña. Al principio creían
que había hecho una nueva amiga y jugaba con ella en el jardín.
-Hija, ¿Por qué hablas
sola?- me decía mi madre.
- No estoy sola.
Estoy con mi amiga Lucecita.
Mis padres querían
llevarme a un médico, pero mi abuela intervino y les dijo a mis padres que me
dejasen tranquila ya que era parte de mi niñez.
Lucecita fue también
un gran apoyo. Cuando murió Canela, me encontraba inconsolable, y ella me
mostro una puerta mágica por donde se iban los seres queridos cuando morían.
Era bellísimo. Vi cómo se fue Canela corriendo acompañado de unos seres
brillantes con otros animales tales como
Paraulatas, tortugas, perros y un precioso gato gris.
-No les puedes
decir nada a tus papas-
-De todos modos
no me creerían-
Lucecita me acompañaba
y me apoyaba en los momentos más difíciles. Estuvo allí cuando aprendí a nadar,
y cuando participe en una carrera de Bicicletas. Fue muy duro. Había niños muy
tramposos, y casi me caigo por un empujón que me dio Julián al llegar por una
curva. No sé cómo no paso nada. Pienso que tuvo algo que ver Lucecita. Siempre
estaba cerca. Me gane un ramillete de flores, y le di en el parque la mitad a
mi amiga.
-Huelen rico.
Huelen a ti- le dije
-¡Que cómica
eres! Je...je...
Pasaron los años
y conocí a Carlos en la secundaria. Pasábamos mucho tiempo juntos. Sin embargo
nunca me olvide de Lucecita. La invitaba a salir con nosotros. A Lucecita le encantaba
el helado de Chocolate, y bueno Carlos nunca le importo mi ocurrencia de mi
amiga imaginaria.
Un día Lucecita
me dijo que tenía visitar a otro niño, y acompañarlo también un tiempo como había
hecho conmigo.
Esa noche llore muchísimo.
No me quería separar de mi amiga.
-¡No estés
triste! Tal vez nos veamos en otro momento.
-¿Que voy hacer
sin ti? Me encanta tu magia, como te apareces y desapareces, y tus bellas luces
de colores-
- Ya no eres una
niña, estas conociendo la magia más poderosa que hay en el Universo.
-¿Cuál?
-La magia del
amor. Te ira muy bien.-
Nos dimos un
gran abrazo de despedida, y se fue por su puerta mágica persiguiendo un Arcoíris
eterno.
Con el tiempo me
case e hice una vida con Carlos, y en ocasiones me pregunto ya que soy mayor
con hijos.
¿Era Lucecita
realmente una amiga imaginaria o un angelito que me visitó en mi niñez?
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