Más allá de múltiples Universos y una bella Galaxia diseñada
con escarcha y magnánima de colores
pasteles existe un pequeño planeta lleno de magia, luz, amor, color y vibrantes
sonidos.
El planeta se encuentra rodeada de una
capa de red cristalina de colores y es iluminado por dos soles brillantes y una
luna que le bendice con un sinfín de
estrellas relucientes de color verde
esmeralda. Cada amanecer es radiante. Los dos soles iluminan con sus bellas
energías permitiendo que muchos seres de luz provenientes del otro lado de la
galaxia entren al planeta vistiendo el paisaje con diversidad de esferas y
figuras geométricas de llamativos
colores. Ellos no tienen rasgos humanoides pero su luz y amor proporcionan gran
alegría a todos sus habitantes.
Geográficamente, el planeta tenía muchas bendiciones. Cerca de la ciudad hay
un lago de color violeta rodeado de
cristales de colores con el fin de brindarle protección y mayor energía. Lo
custodiaba un amable dragón de color verde esmeralda que celosamente cuidaba
los peces y las algas vivaces que habitaban en él.
Púrpura era un bello rectángulo de color lila escarchada y Marfil una
encantadora esfera proveniente de otra
dimensión. Ellas eran inseparables. Siempre estaban juntas y estaban unidas por
un profundo lazo de amor. Ambas eran incansables viajeras pero querían
compartir sus experiencias con alguien más.
Orión era un joven de piel verde esmeralda con bellas estrellas en su
cabellera. Le encantaba tomar las estrellas de colores que provenían de la luna
decorando su cabello coquetamente. Le fascinaba presenciar la visita de esos
seres que provenían del otro lado del sol. Lo que más les encantaba era como se
desplazaban al llegar los primeros rayos del sol visitando todas las casas y
familias. Todo el mundo estaba acostumbrado. Los esperaban con una bella
sonrisa para saludarlos bien temprano en la mañana. El muchacho siempre sintió curiosidad por
saber de dónde vendrían. Lo que si
estaba seguro es que eran viajeros interestelares. En secreto, el soñaba en viajar a otros
lugares del universo pero no sabía cómo. Su planeta no había diseñado nunca
naves espaciales. A nadie le interesaba recorrer otros mundos.
Realmente su
vida era muy feliz. Tenía una bella familia. Unos padres que lo querían mucho y
jamás habían sufrido ningún tipo de carencias. Los alimentos los cultivaban en
el bosque dorado. Era mágico y todo lo que se sembraba con amor producía una
cosecha impresionante. Los animales que habitaban en el bosque dorado eran
ancestrales. Había una familia de Unicornios que siempre visitaba. Él les ofrecía
sus mejores zanahorias y ellos les
contaban acerca de los secretos de su magia. Los dragones purpuras también era
uno de sus favoritos. Eran inmensas criaturas con un gran corazón y un alma
noble. Cuando nacía un nuevo dragón en la familia se celebraba en grande. Estos
animales eran muy golosos. Les encantaba las frutas silvestre del bosque y
siempre después de saludar a sus amigos los Unicornios iba a visitar a los dragones
purpura. Lo que pocos sabían era que estas bellas criaturas eran tele patas y
podían leer la mente de los demás. Y fue así como Orión tuvo que revelar sus más
íntimos anhelos.
Un día su madre le comunicó que Escarlata había enfermado. Ella era uno de los
dragones más antiguos del bosque dorado. Si fallecía se perdería toda su
sabiduría y magia. Orión no perdió tiempo y se dirigió hacia las profundidades
del bosque hasta llegar cerca de su cueva. Desde afuera se le escuchaba una
tos muy fuerte. Cuando Orión lo vio
estaba estupefacto. La pobre criatura había perdido casi todo su color
escarlata. Eso era muy grave en los dragones.
El muchacho había sido muy amigo de
los dragones por mucho tiempo y sabía que esas dificultades respiratorias
podían ser mortales en ellos. Orión la acaricio gentilmente brindándole calor
con las estrellas de su cabello y le prometió que la ayudaría pero tendría que
actuar rápido.
El muchacho no perdió tiempo. Se dirigió rápidamente a las afueras del
bosque dorado. Allí pastaban unos amables Unicornios y les relato todo lo
sucedido. Quería ayudar a Escarlata en cualquier forma.
Un pequeño Unicornio se le acerco y lo invito a que le tocara gentilmente
su cuerno. El cuerno del pequeño era suave y de un color azul marino escarchado
y al tocarlo sintió que una red de información le llegaba a la cabeza acerca de
curaciones para todo tipo de criaturas.
-Gracias pequeño – le dijo gentilmente acariciándolo brindándolo como
gratitud varias zanahorias frescas.
No perdió tiempo. Se dirigió corriendo a la parte alta del bosque. Era frio
y húmedo pero tenía que encontrar esa
planta. Las hojas de la planta iban a curar a Escarlata. ¿Dónde las podría
encontrar? Busco entre las imágenes que le había dado el unicornio y allí la
encontró. Era una planta de gran tamaño
de hojas color verde aceituna con motas doradas. Le pidió permiso para
tomar una de sus hojas y el árbol gentilmente
le dio una de sus hojas. Orion lo abrazo dándole las gracias y
acariciando suavemente su tronco. Ya era casi mediodía. Tenía que descansar un
rato. Tomo un poco de agua de su cantimplora y se dirigió rápidamente a la
cueva de Escarlata. No le tomo mucho tiempo ya que estaba muy familiarizado con
la geografía del bosque.
Al entrar a la cueva le dio las hojas a Escarlata.
-Comételas lentamente para que tu estomago lo pueda digerir- le dijo
gentilmente Oreo a Escarlata.
La criatura se lo comió y decidió
reposar para descansar. La tos la había puesto muy débil.
-Me puedo quedar esta noche cuidando a Escarlata vigilando que se coma las
hojas – dijo Orión a una pequeña dragona.
La criatura se le acerco y lo toco
al muchacho suavemente con la frente.
Así eran los dragones. Amorosos, gentiles y agradecidos. No hablaban mucho. Se comunicaban energéticamente con su
cuerpo con todas las criaturas.
Orión acompañó a Escarlata toda la noche. Le dio de beber agua cuando le
daban los ataques de tos acariciándola con gentileza. A mitad de la noche la tos fue bajando, y
pacientemente le fue dando todas las hojas que tenía en la mano. Ya al
amanecer Escarlata tenía mejor color.
Estaba radiante. El muchacho estaba estupefacto. Realmente las hojas eran
mágicas y sanadoras.
No solo Escarlata se encontraba más sana sino que brillaban con una
peculiar luz dorada.
-Estas muy guapa- le dijo sonriendo Orión.
Todos los demás dragones se acercaron y rodearon a la criatura con sus
alas. Estaban muy contentas de que estuvieran sana otra vez. Oreon no quería
interrumpirles ese momento de intimidad así que dispuso a irse.
-¿Te vas tan pronto? Quiero hacerte un regalo- dijo Escarlata
-¡Regalo!-
-Te estoy muy agradecida. Voy apoyarte para que conviertas ese maravilloso sueño
que has tejido en lo más profundo de tu alma en realidad-
-¿De qué hablas? Te ayude con todo el amor del mundo. Me hace feliz que te
encuentres sana otra vez-
-No te hagas el tonto. Sé que anhelas viajar a otros mundos. Te puedo
ayudar. Acércate-
El muchacho se acercó y la dragona le toco gentilmente la frente. Solo
tienes que buscar a Purpura y Marfil. Ellas te ayudaran-
En su cabeza apareció todo un mapa estelar de muchos Universos. Estaba
impresionado. No sabía que el Cosmos era tan grande.
-Muchas gracias Escarlata-
-Utiliza el conocimiento que te di sabiamente. Hay lugares del universo que
son más peligrosos que otros., así que ten cuidado.
Un montón de imágenes aparecían en la cabeza de Orión. El muchacho se tuvo
que sentarse para coordinarse bien mentalmente.
Tenía mucha información. A la media hora
se levantó y se despidió gentilmente de
la familia de dragones. Ellos se sentían muy felices. Tenían a su abuela sana
otra vez.
Fueron horas caminando hasta que llego a la ciudad. Estaba agotado. Al
llegar a su casa saludo a su madre y se acostó.
Al levantarse, la familia lo esperaba con muchas preguntas.
-¿Cómo te fue? ¿Curaste a Escarlata?- pregunto su madre.
-Si- respondiendo con una gran sonrisa.
-Tienes una mirada brillante en tus ojos ¿Qué te paso?- dijo su hermana
- Orión, Tienes dos estrellas en los ojos. Mírate- Mostrándole un espejo.
-Nunca me lo había visto ¿Estaré enfermo?-
-No seas tontín. Ese es un regalo de Escarlata. Alguna información te dio-
dijo su padre
-Si. Me dio un bello regalo y también me aconsejo que lo usará con sabiduría-
-Te felicito. Eso no es frecuente. Dicen que los dragones pueden ver los
anhelos más profundos de cada alma. Algo percibió en ti- dijo su padre
pensativo.
-Me enseñó como viajar por el universo-
-¿Viajar? ¿Para qué? Todo es seguro y hermoso aquí-
-Es cierto, pero yo siempre he soñado viajar pero no sabía cómo. Solo tengo
que buscar a Purpura y Marfil-
-¿Quiénes son? No las conozco- pregunto su hermana.
-Son las viajeras Interestelares que vienen cada mañana-
-¿Cómo vas a viajar con ellas? Ellas vienen siempre por un portal y su
estructura física es distinta a la tuya- dijo su madre preocupada.
- Eso lo tengo que averiguar- dijo el muchacho pensativo.
El resto del día Orión compartió con su familia contándole sobre sus
aventuras en el Bosque Dorado y de cómo compartió
con los Unicornios y como curo a Escarlata.
Todos estaban muy contentos. Orión había logrado curar a la dragona más
vieja del Bosque dorado. Eso era un gran logro.
El muchacho no pudo dormir casi toda la noche. Miles de imágenes le venían
a la cabeza. Se veía viajando en diferentes universos. No estaba solo tenía dos
grandes amigas pero no distinguía en su sueño quienes eran. Se levantó temprano
en la mañana esperando ansiosamente que llegaran las hijas del sol.
Ese día vinieron muchos visitantes a su hogar. Orión no sabía cómo eran
Marfil y Purpura. Y si les
preguntaba a las esferas. Ellas
se comunicaban con tonos musicales entre ellas. ¿Cómo les hablaría?
Cuando llegaron a su casa con los primeros rayos del sol. Orión las saludo
mentalmente con gentileza y les pregunto si conocían a Escarlata y a Marfil.
Todo ocurrió muy rápido. En un abrir y cerrar de ojos se encontraban frente a él
un simpático rectángulo morado y un bello orbe de color blanco. El pequeño orbe
le toco gentilmente la cabeza y se dio cuenta de que ya habían encontrado su
nuevo compañero de viajes.
Solo había un problema. ¿Cómo se comunicaría con esos seres? Entonces se le
ocurrió una idea. Su padre le había regalado una filarmónica y si se comunicaba
con ellos con música ¿Qué pasaría?
El muchacho busco la filarmónica deseando desde lo más profundo de su ser
que no se fuesen y empezó a tocar la filarmónica. Purpura se desplazaba por
todos lados y la orbe lo acompañaba. Pareciera que bailasen en el aire. Al
parar de tocar la melodía, el orbe se detuve cerca de él y lo toco haciéndole
cosquillas en la cabeza. Entonces, el muchacho comprendió que se quería
comunicar con él.
Sabía que estos seres nos visitaban diariamente pero nadie había podido
tener alguna comunicación con ellos. Simplemente los recibían con mucha alegría
respetando siempre sus presencias y sus
formas tan singulares. Sería la primera vez. ¿Sera que Escarlata le habrá
proporcionado información de cómo comunicarse con ellas? Sería una gran ayuda.
Sabía que Escarlata le había proporcionado
un buena dosis de información acerca del Cosmos pero le había indicado en cómo
comunicarse con seres de otras dimensiones.
Todavía no lo encontraba. Purpura adivino lo que quería hacer el
muchacho y empezó a emitir sonidos musicales. Y la pequeña Orbe emitía otros.
El muchacho sabía algo de música y fue descubriendo claves de comunicación para
entenderse con esos maravillosos seres.
Al final del día ya se habían comunicado. Purpura y Marfil lo había
aceptado como compañero para sus viajes interespaciales y además les gustaba que tenían la ventaja de
que el muchacho tenía una carta cósmica en su mente en como guiarse por los
universos.
Sin embargo, Orión tenía una duda. ¿Cómo viajaría él? Él tenía un cuerpo
diferente al de ellos. Purpura se le acerco y entono una hermosa melodía. Entonces
comprendió. No había necesidad de pasar por puertas estelares. Solo tenía que
cerrar los ojos, buscar mentalmente el sitio que querían visitar y su viaje cósmico
se iniciaría.
El muchacho estaba emocionado. No veía el día de viajar. El orbe le toco
ligeramente la cabeza y le dio entender cariñosamente que mañana vendrían. Orión
se encontraba muy contento y le toco con su filarmónica una de sus mejores melodías.
Era una melodía con tonos suaves y pausados con una chispa de alegría al final.
Purpura y Marfil les encanto porque bailaron por los aires con gran entusiasmo.
Orión sabía que su familia no se opondría. Así que espero ansiosamente
hasta el día de mañana. Al día siguiente
cuando llegaron los primeros rayos de sol llegaron sus amigas. Él estaba
preparado. Tenía su filarmónica para comunicarse con ellas. Solo tendría que
localizar un sitio en el Cosmos. Eligio un Planeta gélido con brillantes colores iluminado con un
radiante sol. No se encontraba muy lejos de su galaxia. Purpura y Marfil lo acompañaron.
Pensó fuertemente en el planeta y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba allí. Realmente era un planeta frio pero tenía unos
paisajes fabulosos. El mar era de color violeta y la arena era de color crema
escarchada. No había visto ningún tipo de vida todavía.
La bahía se encontraba rodeada de montañas con árboles de color azulado.
Apenas se escuchaban algunos pájaros. ¿Sera
que no había otro tipo de vida allí? La pequeña orbe se acercó a la arena y allí
Orión pudo descubrió que había estrellitas doradas que caminaban por la orilla
del mar. ¡Qué bello! Esto era increíble. Pudo divisar aves en el cielo de
colores tan variados y de gran diversidad.
Purpura no se apartaba del mar. Tenía gran fascinación por la vida
marina. Dentro del mar los peces eran
multicolores y el agua era muy fría. Realmente todo era muy bello.
Orión se preguntaba se habría otro tipo de vida de rasgos humanoides como
el suyo. Purpura le comunico que este mundo no tenía esas características. Habían estado varias veces allí y siempre había
algo nuevo que descubrir. De todos modos era fabuloso. El cielo era azul y el
sol iluminaba constantemente. Los arboles emitían sonidos musicales y las otras
formas de vida siempre estaban comunicándose a través de frecuencias sonoras
bien armónicas
Ese fue el inicio de uno de sus viajes cósmicos con sus amigas viajeras
interplanetarias. Ellas si conocían el Universo. Siempre tenían algo que decir
y comunicar y Orión sentía que tenía tanto que aprender. Solo sentía curiosidad
por conocer un joven planeta azul. Era muy lejano y había que atravesar muchos
universos para llegar a él, pero al
parecer sus amigas estaban renuentes de ir. No entendía el por qué.
Continuará……
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