viernes, 12 de noviembre de 2010

Lucesita y Gruñon




Capitulo XII

Carlos se acercó a la pequeña hada y le dio un  gran abrazo y un beso en cada mejilla. Lucecita se ruborizo ya que no se lo esperaba.
-¿Cómo te encuentras? le preguntó Carlos
- Un poco enfadada, pero me alegro que estés aquí. No quiero permanecer en ese sitio más tiempo- dijo disgustada  lucecita.
- Tienes razón. Todo ha sido muy desagradable para ti.

Canela y Paletas la miraban con  cierta antipatía. A Paletas no le gustaban mucho las hadas, eran muy presumidas. Pero a lo mejor, ella era diferente.
-Él es mi amigo Paletas, y me ha acompañado todo este tiempo, sin él no me hubiese salvado de las pirañas del río.
Lucecita sonrío levemente. A pesar de que sintió ciertos celos del Castor le dio un gran abrazo y le acarició su pequeño lomo.
-¡Cualquier amigo de Carlos es amigo mío!
- ¡Muchas gracias! Todo es muy extraño. Nunca había conocido una hada, pero ya que Carlos me ha hablado con tanto cariño de ti pensé que podrías ser especial. Mis hermanos Castores no les tienen mucha confianza. Dicen que practican su magia con nosotros, y a algunos de ellos los han convertido en peces solo para divertirse- dijo el Castor.
- ¡Yo jamás haría algo como eso!
- ¡ Eso espero!
De todos modos Paletas la miraba con prudencia. Sabia que las hadas eran muy temperamentales, y quería ser víctima de ningún hechizo. Después de que se enfriaron un poco los ánimos Carlos, Lucecita y el Castor se despidieron amablemente  de las Liebres y emprendieron su trayecto.

El Castor, Carlos y Lucecita se despidieron amablemente de las liebres y emprendieron de nuevo su trayecto.
-¡Ya estoy cansada de este tamaño! Un día de estos nos va a comer un sapo- protestó Lucecita
- Bueno, vamos a resolver el problema
- Cerca de esa colina  vive gruñón. No perdamos tiempo- replicó Lucecita
-¡Un momento! Yo no los acompaño. Seguramente cuando sean de su tamaño original, no podrán oírme- dijo el Castor.
-¿Es eso cierto? preguntó extrañado Carlos
- ¡Es verdad! Ahora lo escuchas porque eres pequeño de estatura, pero después será todo diferente- respondió Lucecita.
- ¡Que lastima! Te había agarrado mucho cariño. Has sido un buen amigo. No te olvidaré- dijo Carlos
- ¡Allí hay un río! Me divertiré recogiendo algunas ramas. Estoy seguro que pronto vendrán mis hermanos-
Carlos le dio un gran abrazo y se despidió de su amigo con nostalgia.
Lucecita y Carlos emprendieron la marcha hasta llegar a la colina. Les tomo 5 horas hasta llegar a la cueva de Gruñón. No sabían cómo se comunicarían con él, ellos eran tan pequeños.
-¡Tengo una idea! Vamos agarrarle su vara mágica – dijo repentinamente Lucecita.
- Hay que tener mucho cuidado- advirtió Carlos

Con mucho esfuerzo Lucecita y Carlos movieron la vara mágica y se escondieron detrás de una piedra. Gruñón era un viejo mago ya con algunas mañas por la edad, y no le gustaba separarse de sus posesiones.
-¡diantres! ¿Dónde se encuentra mi varita? ¿Dónde la pondría? Repetía el mago.
Esta varita no la conozco muy bien, y además es muy pesada, si logro que salgan una pequeñas chispas, estoy segura que llamara su atención- susurró Lucecita.
Y entonces sin que Carlos la puédese detener, Lucecita dijo unas palabras incomprensibles y de repente aparecieron varias estrellas brillantes en toda la cueva.

Gruñón buscó a la varita hasta que la encontró detrás de la piedra, y entonces se percató de la presencia de los muchachos.
-¿Qué hacen en mi cueva? Apenas los veo voy agrandarlos
-¡Lucecita! ¿Qué te pasó?
- Es una historia muy larga- respondió el hada
-¡Yo pensé que nos matarías! dijo alarmada el hada
-¡No ocurrió! Dijo el mago gritando con mucha fuerza.
- Te oímos perfectamente- dijo Carlos
- Es que estoy más viejo, y un poco sordo- dijo el viejo mago.
- Tu padre te ha estado buscando por todos lados. Ha mandado sus mejores Centauros para encontrarte. Te va castigar cuando te encuentre. Tú sabes que él es muy celoso con sus hijas, y cuando vea a este humano va ser peor-
¿Podrías ayudarme,? Pregunto Lucecita
-¿Cómo?-
 - A pesar de que te has alejado de nosotros, mi padre te respeta mucho-
-¡ya pensaré en algo! Ahora descansen-


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