Capitulo XIII
Los muchachos descansaron y después de desayunar emprendieron el viaje a la tierra de Lucecita. Lucecita tenía cierto temor. Sabía del temperamento de su padre y tenia cierto temor por lo que podría pasarle a Carlos.
- No te preocupes Lucecita. Todo saldrá bien- dijo Gruñón dándose cuenta de la preocupación de la pequeña hada.
Gruñón no era muy afectuoso, y un poco seco, pero en ese momento la abrazo para que se tranquilizara. Lucecita sonrió y, y hizo el mayor de los esfuerzos para no angustiar a su amigo quién ya estaba empezando a preocuparse de la actitud de su amiga.
Después de bajar la colina se encontraron se encontraron con un majestuoso castillo de cristal. Se encontraba custodiado con Centauros y Unicornios.
Uno de los Centaurios reconoció a Lucecita y a Gruñón.
- El prodigo hijo vuelve a casa- dijo el Centauro mirando al humano con desconfianza.
- Pero, ¿Quién es ese?- le pregunto al otro Centauro.
- Me parece que es un humano- dijo con desprecio.
- Me llamo Carlos- dijo fuertemente el muchacho.
-Deja que el rey se entere. No me gustaría estar en tu pellejo- dijo el unicornio.
- Avísale al rey que ya llego su hija, pero tiene acompañantes-
El rey no tardo en salir del castillo, aunque Lucecita se esperaba lo peor, el Elfo se acerco a ella y le dio un gran abrazo y la cubrió de besos.
- Creíamos haberte perdido-
- Veo que volviste- le dijo con antipatía a Gruñón.
-No seas rencoroso. No te parece que eso paso hace algún tiempo-
- Me abandonaste cuando mas lo necesitaba. Necesitaba tus consejos con respecto a los Orcos-
El rey se percato de la presencia de Carlos, y al verlo le dijo rápidamente a los Centauros.
- ¡Atrapen a ese humano!- No queremos esa especie aquí-
Entonces en un momento, el pobre Carlos se vio rodeado de Centauros que le impidieron el paso. Lo empujaban violentamente hasta llegar a un pozo profundo.
- No le vas hacer nada a ese muchacho. Gracias a él tu hija esta viva- dijo Gruñón
-¿cómo?-
- No me importa. Esa especie es muy dañina- dijo el rey.
- Entonces tendré que usar mi magia para que me escuches- dijo el mago.
- Centauros, suelten al muchacho. Vamos a ver que tiene que decir Gruñón.
Fue entonces cuando Gruñón le relato todo lo acontecido a los muchachos, y como habían llegado a su cueva.
-¡Esos orcos! Me las pagarán. Mañana mandaré una cruzada para destruirlos- dijo el Elfo.
- Ya ha pasado todo, y Lucecita se encuentra bien. No es necesario una guerra que traería solo destrucción- dijo Gruñón.
El rey se encontraba fuera de si. Tenia un temperamento implacable, y cuando se le metía una idea en la cabeza nadie lo podia sacar.
-Suelten a ese muchacho, y cerciórense que mañana se vaya a su tierra. No quiero humanos cerca-
Los Centauros lo soltaron. Sentían cierta lastima por el muchacho. Había cuidado mucho de Lucecita, y se merecía todo su apoyo y consideración. Pero desgraciadamente el rey era soberbio, y desagradecido y tenia cierto desprecio por los humanos.
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hola Judith,
ResponderEliminarme encantó tu historia. Siempre la paz es lo mejor en todo tipo de discusión. Los centauros son mis amigos, soy Sagitario. ^^
El hecho que el Rey tenía cierto desprecio por los humanos es de considerar para reflexionar... algunos son fuertes de carácter y preferirían una guerra antes de una pelea transada. Créeme.
En todo caso me gustó tu cuento^^
un fuerte abrazo^^
Hola Judith, vengo a decirte amiga, que comparto un premio contigo. Te espera en ¿Han dicho libertad de expresión?
ResponderEliminarhttp://censurafuera.blogspot.com
Premio Sol Brillante, por tu estupendo blog.
Abrazos y besos.
Gracias amiga Nicole por siempre tus bellos detalles. Es muy hermoso tener una amiga como tu. besos y abrazos.
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