Capitulo XIV
El pobre Carlos no le quedo otro remedio que dejarse arrastrar por los imponentes Centauros. Estos lo sacaron del reino, y lo llevaron a la fuerza hasta un bosque.
-Si te vas por ese sendero llegaras a tu hogar. No tenemos nada contra ti, pero son órdenes del rey- dijo uno de los Centauros
- Si, es una lástima que nuestro Rey sea tan desagradecido. Llévate este arco y estas flechas. Te servirán para cazar animales en el camino y poder alimentarte- dijo el otro.
El muchacho tomó el arco y flechas del cuello del Centauro y le dio las gracias con mucho desanimo.
Carlos se fue muy desanimado a su hogar, había dejado una buena amiga, y sabia que la iba a extrañar.
- Aquí nos despedimos. Muchacho ten mucho cuidado, ese bosque tiene algunos peligros-
- Hasta luego, sin embargo, estoy seguro que nos volveremos a ver-
A medida que Carlos se adentraba en el bosque vio como se alejaban los Centauros trotando en la distancia.
Mientras tanto el rey ya estaba organizando su batalla contra los Orcos. Se dirigió a sus fieros Centauros y dragones aliados convocándolos a batallar con los Orcos.
Lucecita lo observaba con indignación. No entendía porque su padre tenía que tener esa actitud de batalla siempre. La mayoría quería un poco paz, además para ella, esa batalla era sola una excusa para pelear. De todos modos ella se encontraba muy bien, y gracias a su amigo Carlos.
- Padre, eres una cabeza dura ¿Qué necesidad hay de esta guerra? Yo me encuentro muy bien.-
- De modos hay que erradicar esos Orcos. No me convencerás de lo contrario. Te quedaras con tu madre-
- Amado pueblo, mañana saldremos en busca de esos Orcos, y cuando los encontremos los destruiremos quemando su población, de eso se encargarán los dragones-
El pueblo lo miraba con resignación. Amaban a los nobles Centauros, sabían que pocos sobrevivirían.
Al día siguiente salieron el rey, los Centauros y los fieros dragones escarlata. Los dragones iban a la delantera ya que ellos eran los que iban a atacar. Se desplazaban volando por el firmamento a una velocidad sin límites. Paralelamente los Centauros galopaban a toda prisa atravesando el bosque. Carlos sintió el galope de los Centauros, y decidió seguirlos sin ser visto. Después de algunas horas se encontraron cerca de la tierra de los Orcos.
- Atacaremos en la noche. En ese momento estarán todos durmiendo- dijo el rey.
Cerca de la media noche los dragones emprendieron su primer ataque, y destruyeron muchos hogares. Eran unas chozas mugriantes. Carlos lo presencio todo. Sintió lastima por los Orcos. No se merecían ese destino.
Después atacaron los Centauros con sus arcos y flechas, y dejaron sin combate a muchos orcos. Estos no se esperaron ese ataque del rey. Sin embargo dos Orcos se percataron de la presencia del rey e idearon un plan, atraparían desde la retaguardia. El viejo rey estaba peleado con su espada con varios Orcos, y no se dio cuenta de la presencia de dos Orcos que le venían por detrás. Lo atacaron proporcionándole una gran herida en la costilla.
- Te mereces esto por la muerte de mi familia- dijo uno de los Orcos.
El otro Orco ya se disponía a darle muerte con su espada cuando Carlos hirió a los dos Orcos con dos flechas fulminantes.
- ¡Venga conmigo! Agarrese a mis hombros- le dijo Carlos.
El rey se dejo caer en los hombres de Carlos, y este lo arrastro detrás de un gran roble.
- Descanse. Tome agua. –
Carlos agarró la cantimplora se la puso en la herida del rey. Se quito su camiseta y la rompió en varias partes y lo vendo con cuidado.
-¿Porqué haces esto?- le pregunto el rey sorprendido.
- los humanos tenemos sentimientos nobles también. Todos no somos violentos y despreciativos-
El rey estaba sorprendido. Se había equivocado tanto con el muchacho.
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Interesantes connotaciones a la vida real, luego de las fiestas iré para atrás a leer sobre Carlos.
ResponderEliminarUn beso,
Myriam