Cuentan que en el reino “ Kastup” vivía una
princesa toda desaliñada, se vestía con vestidos viejos de color naranja con
rayas negras, y sandalias de cartón. Tenía un corcel de chocolate encabritado
que nadie podía montar salvo su persona
ya que el pobre animal tenía ese gusto por comer piedras de los charcos de los
cochinos.
Klamasupia lo llamaba Canela, pero en realidad era
mas oscuro que el hollín presente en las chimeneas, pero el animal era el favorito de la princesa, no le interesaban
esos corceles de linaje, al que mas quería era a Canela.
-Se te van a romper los zapatos, ¿Por qué no usas
mejor estos zapatos dorados?- le preguntaba su madre esperanzada de que tal vez
con ayuda se convirtiese en una princesa normal.
-¡NO! Canela no le gustan los zapatos dorados ni plateados, ni con ningún
adorno.
Una tarde llego al reino un príncipe, era de buena
familia, y era una oportunidad única para que Klamasupia cambiara sus odiosos hábitos,
pero tenia un horrible defecto.
“odiaba los animales”, y eso no lo toleraba
Klamasupia.
Le regalaba flores, ella los tiraba al charco, y
Canela se los comía acompañándolo con el barro mas maloliente, le regalaba
prendas, los tiraba al fondo de los ríos, el príncipe no sabia que hacer, ya que
a pesar de su mal aspecto le gustaba por que no era como las demás princesas
que pasaban horas peinándose, poniéndose sus mejores vestidos, bordando y
hablando de un sin fin de tonterías.
Entonces se le ocurrió una brillante idea, le
regaló el vestido más horrible que pudo encontrar, era de un color rosa viejo,
con parches de arco iris, y cebras de color naranja que había pintado con unos
tintes mágicos que se encontraban en el fondo del río.
El vestido le encantó, se lo ponía todos los días,
un día era de color naranja con machas azules, otro día era plateado con
manchas doradas, y otro, era azul eléctrico con manchas verdes esmeralda.
Entonces, nuestro amigo el príncipe le propuso
matrimonio, ella aceptó, con la condición de que pudiese llevar a Canela a su
reino.
Sus padres estaban muy contentos, pensando sin
mucha esperanza de que la princesa cambiaria su modo de ser.
Klaus, así se llamaba el príncipe aceptó llevarse
al caballo maloliente, y lo ubicó en el mejor establo con los otros caballos de
mejor linaje. La familia de de Klaus organizó una linda fiesta, y la bruja, los
enanitos, y Orcos fueron los invitados especiales para su fiesta, ya que estos
eran muy amigos de la princesa.
Al principio, los padres de Klaus no la querían
porque era extraña y diferente de las otras princesas de esos tiempos, las
visitas de los Orcos, dragones, brujas a su castillo casi dejan calva a la
reina. Sin embargo se dio cuenta de que eran seres de buen corazón. La bruja en
conjunto con los orcos le prepararon un brebaje, se lo tomó, y le salió una
preciosa cabellera de color azabache que brillaba al salir el sol.
Todo esto nos enseña: “Todo lo que es diferente, también es bueno, y si nos atrevemos a
aceptarlo, la vida muchas sorpresas nos dará”
Y colorín colorado esta historia de esta peculiar
princesa ha terminado.
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