En las montañas húmedas de China habitaban las
comunidades de Osos Panda. No muy lejos del Tíbet, había llegado a una familia un pequeño, su
familia lo llamo Azabache por sus grandes manchas oscuras en armonía con el
tono blanquecino del resto de su pelaje.
Azabache desde su más tierna niñez permanecía en las ramas mas altas de los árboles
alimentándose de los tallos de bambú, y ocasionalmente con algunos insectos. No
era como los demás osos panda, no quería saber cómo era allá abajo.
-¡Azabache! baja, vamos hacia aquellos árboles.
Hay unas ricas ramas de Eucaliptos- le decían sus amigos.
Sin embargo, él se sentía muy cómodo en su árbol,
y tenia todo lo que necesitaba para subsistir desde donde se encontraba.
Todos los días lo invitaban a un sitio diferente,
pero él se negaba siempre. Generalmente en su comunidad siempre llovía, y después
salía el sol, situación que era perfecta para la vida de todos los animalitos.
Pero un día todo cambio. Ninguno de los osos de la
comunidad sabia porque, pero estaba haciendo un verano inclemente. Tenía
semanas sin llover. Los Árboles se estaban secando, y en consecuencia había cada menos ramas de Eucaliptos, y los
pobres osos no tenían nada que comer.
-tenemos que irnos de aquí- decían los jefes de
familia.
- Mis pequeños morirán, ya no queda ni una rama de
Eucalipto- dijo una osa preocupada por sus oseznos.
-No nos podemos mover de aquí. Azabache le tiene
miedo al suelo, y no lo podemos abandonar- dijo Marfil
-Pero nos vamos a morir de hambre por su causa, si
él quiere morirse, ese es su problema- respondió un oso malhumorado.
Marfil los miro con tristeza, pero era verdad, no podían
quedarse allí.
Azabache se dio cuenta de que era muy imprudente quedarse,
y que debían buscar otro sitio mas fresco en donde hubiese comida para
sobrevivir.
Una noche Azabache no podía dormir por el calor. Daba vueltas de un lado y
vueltas del otro. Se acomodaba estirando las patas, pero nada le servia.
Anteriormente se comía un pequeña hojita de Bambú y se quedaba dormido placidamente,
ya esta situación lo tenia de mal humor. Así que decidió bajar al mundo
desconocido para el. El mundo de abajo.
Había oído
que merodeaban fieras salvajes en las noches, jaguares y serpientes. Sin
embargo, el ya era un oso grande, de mayor tamaño que los demás. Así que venció
todos sus miedos y decidió bajar.
Todo esta falta de comida lo había puesto de mal humor, bajo sigilosamente
con cuidado para que los demás no se despertasen, se resbalo un par de veces,
pero es que no tenia practica, siempre había permanecido en la parte alta de
los árboles.
Estuvo caminando un buen rato hasta que escucho el
sonido de un riachuelo. Era muy tarde, pero tenía tanta sed.
El agua estaba deliciosa, nunca había saboreado
nada igual. Vio unos pescados que se deslizaban por el agua, dio un buen
zarpazo a uno de ellos, y se llevo la carne a la boca. Esto era mejor que los
Eucaliptos. A pesar de que escuchaba el sonido de otros animales se escondió en
un árbol frondoso y se quedo profundamente dormido.
A la mañana siguiente se quedo sorprendido. No era
un riachuelo, era un inmenso lago, y había muchos árboles frutales y de Eucaliptos.
Azabache penso inmediatamente en sus amigos. Tenia que traerlos para allá.
Lamentablemente como había caminado toda la noche
no conocía el camino de regreso.
Vio un túnel de Árboles, y decidió recordar los
olores que había percibido el día anterior. Estuvo más de dos horas caminando,
y llego a los árboles en donde se encontraba su familia.
- ¿Dónde estabas? Menudo susto nos has dado- le reclamaron sus padres
- Bajaste de tu guarida- dijo Marfil sorprendido.
- Ya nos vamos. Prepárate- le dijo el líder de la
comunidad.
- ¡ Espera! Descubrí anoche un sitio excepcional-
comento Azabache
Sus padres lo miraron con incredulidad, el nunca
se había atrevido a bajar de los árboles de Bambú.
- Por lo menos síganme- les dijo Azabache.
- Vamos a darle un voto de confianza- dijo Marfil
Así que se dejaron convencer y siguieron a
Azabache. Estuvieron caminando por más de dos horas ya que venían familias con
pequeños oseznos.
Después de pasar el túnel de árboles de
Eucaliptos, todos estaban sorprendidos del paisaje. Nunca habían visto un lago
tan majestuoso. Al llegar todos se metieron en el agua para refrescarse. Nunca
habían probado el pescado, pero decidieron alimentarse de algunos.
- ¡Que lugar tan bello! ¿Dónde lo encontraste? – Pregunto
Marfil
-Fueron cosas del destino- le respondió.
- Te das cuenta Azabache, has descubierto un bello
mundo aquí abajo, y no solo eso nos has
salvado a todos- le dijo su madre.
- Es verdad madre, estaba muy alejado de todo.
Ahora será todo diferente-
Azabache se dio cuenta entonces lo importante que
es caminar y conocer otros espacios, porque uno
nunca sabe lo que le espera a uno allá afuera. Y colorín colorado esta
historia ha terminado.
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