Ya era el momento de la cena, pero Pedrito no aparecía.
- Pedrito ¿Dónde te encuentras?- preguntaba
repetidamente la madre
- “Soy Invisible”, y no me vas a encontrar- respondía
el niño a grandes carcajadas.
- Se va enfriar la cena-
- “Soy invisible”, y me voy a ir en mi alfombra
voladora.
- No importa- respondió el niño escondido debajo
de una toalla
-¡No tengo hambre! Respondió el niño tapándose con
la toalla, subiendo rápidamente las escaleras hasta las habitaciones de arriba.
La mamá de Pedrito sabia que el niño era muy
travieso, y entonces se le ocurrió una idea.
-Se me ha desaparecido mi querubín. No se
encuentra en el closet, tampoco debajo
de la mesa, y menos debajo del sofá - decía la madre de tal manera que su hijo
lo escuchase.
-Ya me voy, me llevo a pelusín- respondió el niño
agarrando su osito de peluche.
Entonces la madre agarró un cobertor y se lo puso
como una capa debajo del cuello del vestido, y le tocó la puerta
- ¿Quién es?- pregunto el niño
- Soy la princesa radiante, vengo del país de
nunca jamás- le respondió la madre
- Suenas como mi madre-
- Yo quiero ir contigo, ¿me dejas montarme contigo
en tu alfombra voladora?
Entonces Pedrito le abrió la puerta, y su mamá lo
abrazo, y le dio un beso tan grande que lo tumbó en el piso fuera de la toalla
- Te puedes sentar aquí- dijo el niño
La madre se sentó con el niño en la alfombra
voladora y se fueron de viaje al país de los juguetes misteriosos y de los
chocolates habladores, y colorín colorado esta historia mágica ha terminado.
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