sábado, 19 de febrero de 2011
La Ardillita y las lluvias de Mayo
En un gran Apamate vivían un par de pichones y un a pequeña ardillita.
_ ¿Cuando vendrán las lluvias? Si sigue este inclemente sol, todos vamos a desfallecer- decía una pequeña ardilla
Los pobres pichones piaban sin cesar. Tenían mucha hambre. Su madre había volado en busca de comida y no había vuelto.
_ Las chicharras todavía no han empezado a cantar, eso quiere decir que todavía va ser largo este verano decía la ardillita.
La ardillita como era de buen corazón decidió buscar algo de comer para darles a las pobres aves. Bajo rápidamente del gran árbol, y se dispuso a buscar aunque sea unas pequeñas lombrices. Pero lamentablemente el suelo estaba tan árido. De repente en su corto caminar se encontró un par de bachacos.
_ ¿Que haces tú por acá ?le preguntaron los bachacos. Por aquí todo es árido, no hay árboles. Estos no son tus terrenos- le dijo un bachaco rojo como el sol.
– Vamos, no seas tan antipático- dijo el otro
Como los pequeños bachacos no tenían idea de proporciones le dijeron a la vez:
–¿Porque no te vienes a mi hormiguero hasta que empiecen las lluvias?
- No le ves el tamaño. Si es más grande que todos los caramelos que hemos cargado hoy para nuestra casa- dijo uno de ellos
-Yo solo quiero conseguir un par de lombrices, son para unos pichones que habitan en aquel Apamate. Porque no le dices al turpial que habita en esa mata de mango para que te haga el favor- le dijo los bachacos de malos modos.
-Hola amigo turpial y disculpe que interrumpa su trinar. Necesito que me consiga unas lombrices. Son para un par de pichones, y como esta haciendo tanto calor si no comen pueden morir.- le pidió la ardillita
-¿Porque he de ayudarte? No te das cuenta que yo soy el ave nacional dijo el Turpial- dijo la avecilla muy orgullosa
-Es cierto, pero si eres la reina de las aves, si se mueren no tendrás a ningún ave que gobernar ni a quién deleitar con tu música.
– Tienes razón, en el fondo de esta mata, hay bastantes lombrices, puedes cazar algunas le dijo el turpial.
- eres muy gracioso, no te das cuenta que yo soy una ardilla, como se las llevaría. Vamos hacer un trato, tú buscas las lombrices y se la llevas a ese par de pichones y yo busco la manera de que llueva. Al turpial le pareció muy justo.
-No sean tan flojas. ¿Porque no fabrican un poco de lluvia? Ya llega Mayo, y ustedes de las más tranquilas sin ofrecer una gota de agua les dijo la ardilla a las nubes
-¿Porqué nos despiertas? -le dijeron las nubes.
-sabían que si ustedes no dejan caer la lluvia, el sol las va castigar y van desfallecer- les dijo la ardilla.
-¡ Caramba! De verdad nos hemos quedado dormidas. Ya pronto es Mayo, y nosotros muy cómodas aquí descansando.
–vete tranquila ardillita. Pronto llegaran las lluvias- le respondieron a la ardillita.
La ardilla se alegro muchisimo, Y se dirigió al Apamate, allí se encontraban los pichones disfrutando de las lombrices que les había dado el Turpial. Entonces, repentinamente empezó a relampaguear y cayo un palo de agua vistiendo de colores a todos los árboles, y el Apamate se vistió de unas hermosísimas flores de color lila, y desde ese entonces, dicen que en el mes de Mayo se viste de colores pasteles los Apamates gracias al ingenio de una pequeña ardillita.
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