Cuando el creador formo un sinfín de Universos en
el infinito también creo la magia. Una magia infinita y maravillosa en la cual
todos sus hijos tendrían acceso a ella. Es tan fantástica, y tan increíble que
al descubrirla se descubren maravillas. Los seres humanos de este siglo apenas la están
descubriendo otra vez a pesar de la trampa existente en la Tecnología
de hoy, y las señales las da la
naturaleza ya que la energía presente en ella nos brinda un amor
infinito con todas sus bendiciones.
Los Celtas la conocían ya que tenían la capacidad
de infinita de conectarse sabiamente con la naturaleza, escuchaban la música que emitían los árboles
en el bosque, el susurro del viento, la
belleza presente en un hermoso arcoíris como la luz y misterio infinito
de la luna y las estrellas.
Sin embargo la magia infinita, y esencial provenía
de los niños ya que son pequeños sabios que provienen de las estrellas a enseñarnos
como practicar la magia del amor, pero a medida que crecemos nos olvidamos de sentir como ellos.
Todo ello ocurría en la familia de Lucecita. Desde
pequeña fue una niña muy precoz, y sentía esa conexión maravillosa con la
naturaleza e incluso hablaba mucho de
sus amigos invisibles, situación que desconcertaba mucho a su madre.
-"Esa niña es rarisima". No es como los otros niños.
No le interesan los video juegos. De vez en cuando ve Televisión. Me preocupa
mucho- decía su madre a su esposo.
-Eso no le hace daño a nadie. Gracias a ella
tenemos un jardín precioso en casa. ¿Para qué quejarse?- le replico su esposo.
-Tienes razón. Ya prácticamente estamos en mayo, y
todos los niños van hacer su primera comunión, pero ella no quiere- dijo su
madre
-¿Por qué?- dijo su padre extrañado.
-El otro día me dijo que “Dios es magia”- dijo su
madre alarmada.
-¿De dónde sacara esas ideas? Yo no me preocuparía.
No todo el mundo tiene que pensar igual. Déjala tranquila. Ya veremos cómo lo
manejamos- dijo su esposo tranquilamente.
La madre de Lucecita se fue malhumorada. No entendía
a su hija. Uno de sus recuerdos más bellos de la infancia fue participar en su
primera comunión. Se aprendió todas las historias del evangelio, su madre le
hizo un vestido blanco como el color de la nieve. Lo recordaba con tanta ilusión.
¿Por qué Lucecita tenía que ser tan diferente?
Mientras tanto Lucecita ignoraba todas las
preocupaciones de su madre. Ella solo le interesaba ser feliz, y como se divertía.
Nunca les dijo nada a sus padres, pero cuando se encontraba cerca de sus
plantas, y acariciaba sus hojas sentía la presencia de sus amigos invisibles.
Eran pequeñas formas de colores que aparecían cerca de ella. A veces pasaba
horas conversando con ellos mentalmente. Ella pensaba en el fondo de su corazón
que eran mágicos, y que solamente ellos conocían su corazón.
Lucecita no tenía interés en ir a la iglesia. Le
fastidiaba los sermones del sacerdote. No le gustaba ese cura. A veces
asustaba a las personas si no aceptaba los preceptos de la iglesia, pero
respetaba mucho la religiosidad de su madre. En cambio su padre la entendía más. Él era agricultor y también tenía ese amor
por las plantas. Tanto era así que siempre tenía una buena cosecha en sus
cultivos.
La afinidad que había entre ambos fue ventajoso
para la niña ya que este la defendía para que no participase en las creencias
de su esposa.
Lucecita siempre creyo desde que era mas chica que “Dios es magia”
¿Por qué no lo entendían los adultos? ¿Por qué no se daban cuenta de las
maravillas que existen en otras dimensiones, y en la nuestra? ¿Por qué no entendían
que la naturaleza tiene tantos secretos, y
que ella está deseosa de mostrarlo? Es tan fácil de verlo. Ella había
conocido a sus amigos mágicos gracias al lenguaje que emitían sus plantas, y
sus flores. Ellos no hablaban como nosotros, pero podía escuchar su susurro y
su música. Era un deleite poder percibirlo. Sabía que tampoco debía guardárselo
para ella estas experiencias. Todos debían descubrirlo. ¿Cómo podría ayudar? Si
se los dice abiertamente a sus amigos
del colegio la tildarían de loca, y eso la entristecería mucho. Las última vez
que invito a dos niñas del colegio se aburrieron tanto ya que no tenía Internet ni Video Juegos, y menos esas muñecas
tontas tipo Barbie. Entonces se le ocurrió una idea.
En el colegio había asignado inventar una canción la cual participaría
en un concurso organizado por el departamento de Artes y Lenguas del Estado. El ganador ganaría una colección de libros de una de las
mejores librerías de la capital así que puso todo su empeño en crear una muy
linda. Tal vez tendría una oportunidad. Agarro un lápiz y un papel, y se puso a
garabatear. ¿De qué la escribiré? ¿De mis amigos invisibles? ¿De las historias
que ellos me narran? ¿De mis queridas plantas?
Lucecita paso días escribiendo la canción hasta
que la termino. Sus amigos invisibles la habían inspirado. Tenía magia, fantasía,
y gran creatividad, y eso era lo que buscaba su profesora y los miembros del
jurado. La niña la leyó varias veces hasta que quedo convencida, y la guardo en
un sobre.
Además la niña era muy talentosa, y creativa. Tenía
una voz sin igual, y a sus plantas les encantaba.
El día del concurso la competencia fue muy dura. Había
muy buenos cantantes, y la letra era excelente, pero eso no desanimo a Lucecita.
Cuando el piano empezó a emitir sus primeros
sonidos, el corazón de Lucecita latía rápidamente. Nunca había cantado sus
canciones en público, y menos delante de tanta gente. Su voz resonaba por todo
el salón. Parecía que la magia la acompañaba. Era tan clara y transmitía tantas
emociones. Los jueces estaban impresionados. Nunca había escuchado nada igual,
pero la letra era lo que más les inspiraba.
Al terminar, los felicitaron todos con cariño. Todavía
sorprendidos del talento de la niña.
Los jueces se le acercaron
-¿De dónde sacaste la letra de la canción? ¿Alguien
te ayudo?- pregunto uno de los jueces intrigado
-No. Unos amigos me ayudaron- sin decir toda la
verdad
-¿Quiénes? Pregunto por curiosidad pensando que
era uno de los niños de la escuela.
-Mis amigas las plantas- sin decir toda la
historia.
-Realmente eres muy creativa. Te has ganado una colección
de veinte libros ¿Qué temas te gustarían?-
-Quiero aprender acerca de los Celtas. Tienen
tantas leyendas que me apasionan- le dijo en un susurro.
La juez estaba sorprendida. Creía que la niña iba
a pedir uno de los clásicos de cuentos de hadas de Andersen como la sirenita,
aventuras o de Julio Verne.
-Seguro que encontraremos algo. Te lo enviaremos a
tu casa- dijo la señora.
Todo el mundo estaba contenta con el éxito de Lucecita,
y la madre de ella se encontraba más orgullosa de ella. No conocía sus talentos
¿Cómo no se había dado cuenta? No la molestaría más. Ella tenía sus creencias.
Si ella creía que las bendiciones que recibía eran magia, se lo respetaría.
Lucecita le dio gracias a sus amigos invisibles
por su ayuda. Ellos la habían inspirado. Realmente existe un mundo maravilloso
que no es percibido por nuestros ojos. Solo por nuestro corazón. Y allí es
donde se encuentra la magia de nuestro querido Padre Azul.
No hay comentarios:
Publicar un comentario