sábado, 11 de marzo de 2017

El legado de waki



Waki creía firmemente en la conexión del Universo con cada ser viviente que respiraba cualquier forma de vida incluso en los objetos inanimados como las piedras  ubicados en las mesetas porque escondían animales pequeños. Para él contemplar las estrellas y vislumbrar un amanecer como un  atardecer era un gran deleite. Ni que decir cuando el gran espíritu del rey sol bendecía a la tribu después de una batalla con la lluvia con un impecable Arco Iris. Eran bendiciones de la naturaleza que deleitaban a su corazón.

El muchacho pertenecía a la tribu de los Hopes, y les parecía que Waki era un espíritu muy sabio, pero no entendían como era posible que ocurriese con un niño que contaba con apenas diez años. Ayudaba a su madre en todos los quehaceres del hogar, y conocía cada hierba medicinal para la cura de todas las enfermedades que aquejaban  a los miembros de la comunidad. Sin  embargo el jefe de la aldea lo miraba con recelo. El muchacho desde pequeño había adquirido gran carisma, y tenía temor que cuando creciese se convirtiera  en un guerrero que desplazase su liderazgo. Sabía de todas las leyendas, y profecías de los más viejos de la aldea. “Vendrían cajas rodantes que destruirían gran parte de la comunidad indígena presente en las  mesetas tratando de destruir sus tradiciones, y convertirlos en creencias de otro Dios”

La madre de Waki también tenía la preocupación. Sabía que su hijo poseía un espíritu que irradiaba paz ya que amaba a todos los seres vivos, y esa conexión extraña que tenía con los fenómenos de la naturaleza. No creía que tendría interés en desplazar a Kawi.
Kawi era hijo de una india Apache que se habia establecido en su tribu asi que no estaba familiarizada con sus creencias, y así había criado a su hijo. El joven nunca compartió las creencias de los Hopi, sus tradiciones y profecías. Y cuando murió el viejo líder decidió desplazarlo sin misericordia. La comunidad los acogió  porque llegaron malheridos producto de una persecución de aquellos hombres blancos. Sin embargo nunca visionaron el cambio de dirección que ocurriría en su comunidad.

El joven líder era un guerrero, y un gran cazador. Nunca les faltaba comida, cazaba los mejores ciervos y peces que se encontraban en los riachuelos y grandes ríos.
Sin embargo gran parte de la comunidad veía en Waki como una gran esperanza por sus creencias, y su bello espíritu, pero lamentablemente todo ello trajo una gran pugna en Waki y Kiwi.
Waki ya se había convertido en un hombre, y era amado por toda la comunidad. Su carisma había crecido a medida que pasaban los anos. Los viejos de la aldea lo veían como un líder que podía convertirse en el cambio que necesitaba tanto la comunidad, pero ¿Quién lo ayudaría?
Una noche paso algo extraordinario. Un cometa atravesó el gran firmamento cerca de las mesetas, y Waki se encontraba observando a tan maravilloso fenómeno. Él lo llamaba la visita del caballo luminoso de las estrellas. Lo observo detenidamente y su cara se entristeció. Sin embargo no se había percatado que alguien  se encontraba detrás de él observándolo.
-¿Qué eso eso que se desplaza  por las estrellas? y ¿Por qué esa cara? Preguntó Kawi dubitativo
-Es el caballo de luz que camina por las estrellas, y trae noticias, y no son muy buenas-
-Ahora hablas con el firmamento- se burló Kawi
-Sé que no compartes nuestras creencias. Siempre te hemos respetado ya que desde que nos diriges comida no nos falta gracias a tus guerreros, pero deberías escuchar...-
-¡Habla! No pierdo nada en escucharte- dijo de malos modos.
-Vienen las cajas rodantes, y pronto. Tenemos que hacer algo- dijo preocupado
Kawi recordó como huyeron de niño de esos seres. Si no fuera por los Hopi  hubiesen perecido. Ahora los defendería. Era una comunidad demasiada tranquila, y tendría que prepararlos para pelear.
-Tendremos que prepararnos, y enfrentarnos con ellos- dijo con fuerza
-¡Ellos poseen armas que poseen fuego! Nos aniquilarían rápidamente-
-y, ¿Qué sugieres? Que esperemos tranquilamente a que nos maten-
-Debemos irnos a otras mesetas. Del otro lado de la montaña ningún blanco ha osado pasar. Le temen a los rayos que aparecen en las noches- dijo amablemente.
-Eso es muy lejos. A caballo son más de 30 Lunas. Además hay que defender nuestro territorio. Voy a preparar a los guerreros y a los hombres jóvenes-
Ese fue uno de los altercados más fuertes que hubo entre ambos. En realidad nadie sabía que pasaría cuando llegasen esas carretas.
Waki no quería intervenir pero no querían que masacraran a su pueblo, y mientras Kawi preparaba a los guerreros, el joven se reunía con los viejos de la aldea manifestándole su preocupación.
-Tienes razón Waki. El no conoce nuestras tradiciones, pero es nuestro jefe. Debemos respetarlo-
- A menos que te enfrentes con el- dijo el curandero
-¿Cómo? No voy a pelear- le respondió.
-Él es Apache. Tiene sus ideas e incluso son semejantes a las nuestras- dijo el curandero
-¿Cuáles? Ni siquiera siente ninguna conexión con el universo- dijo indignado
-Aunque no lo creas son partidarios de la conexión entre todos los seres vivientes, especialmente con los animales. No te has dado cuenta de algo. El posee un medallón grabado con el cóndor del desierto-
-¿Qué significa eso?- pregunto curioso
-Significa que es guerrero de corazón destinado a llegar lograr grandes hazañas-
-¿Qué puedo hacer yo?- dijo molesto no percibiendo salida.
-Son también muy supersticiosos- dio sonriendo el más mayor
-Tienen un gran temor a la muerte. No son como nosotros. Creen que su espíritu puede vagar por la comunidad a menos que decida irse rápidamente- dijo el curandero.
Waki no veía salida, y temía lo peor. Vendrían esos hombres blancos y familias en sus casas rodantes. ¿Qué podría hacer?
Él no iba a permitir que las mujeres, niños y viejos muriesen impunemente así que decidió enfrentarse a Kawi.
Esa noche se dirigió al hogar de Kawi, entro y le manifestó su preocupación.
Kawi lo escucho. El no era tan cabeza dura. Solo le gustaba defender a los suyos.
-Tienes razón. Llévate a los más indefensos. Mis guerreros defenderán la tierra cuando lleguen los extranjeros. El gran Cóndor me dio esa tarea-
A pesar de que ambos tenían grandes diferencias en sus tradiciones, Kawi también  poseía una familia y dos niños pequeños.

Waki organizo a los niños, mujeres y jóvenes. Se despidieron con lágrimas en los ojos de sus familias con esperanza de que algunos sobrevivieran.
Al día siguiente se dirigieron a la montaña que se encontraba del otro lado de las  mesetas. Fue una excursión larga, y tenían que establecer paradas ya que la mayoría eran mujeres y niños. Llegaron después de una gran jornada. El paisaje era inolvidable. Detrás de las montañas había un lago que bañaba la planicie. Se quedaron encantados. Comida no les falto ya que los peces abundaban. El Joven sospechaba que no verían otra vez a los jóvenes guerreros al ver un águila volando cerca del lago. No quería que los niños olvidasen sus orígenes, y les enseňo todo lo referente  a la conexión existente en todo aquello que nos rodea desde que aparecía el rey sol en las mañanas hasta que escondía en la tarde como el respeto que debemos tener a toda forma presente existente en la creación que involucra desde las rocas que se encuentran cerca del lago hasta el lenguaje que proviene de las estrellas, ya que si oímos  el fuego interno que poseemos en nuestro corazón podemos escuchar muchos de sus secretos.
Lamentablemente el corazón de Kawi era muy soberbio, y no quiso escuchar al Joven, y se perdieron muchas vidas. Pelearon fieramente contra los soldados del ejército, pero al final perdieron la batalla. Lamentablemente esto es lo que ocurre en las grandes guerras y batallas. La soberbia, y sed de conquista trae grandes desgracias, y actualmente en pleno siglo XXI no hemos aprendido la lección.





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